EL SILENCIO MORAL DETRÁS DEL AGUINALDO DE 12 A 18 DÓLARES.


EL AGUIJÓN

EL SILENCIO MORAL DETRÁS DEL AGUINALDO DE 12 A 18 DÓLARES.

Por: Arturo Molina.

El reciente depósito del aguinaldo a los trabajadores del sector público en Venezuela no es solo una noticia económica; es un profundo sismo moral y humano que debe interpelarnos a todos. Con la tasa de cambio del dólar anclada en 234,87 bolívares (al 14 de noviembre de 2025), el total de la bonificación (que deben recibir), fruto de meses de servicio, oscila entre los 2.800 y 4.400 bolívares. Esa abismal cifra se traduce a una que apenas toca de los 12 a 18.7 dólares. Esta aritmética cruel es un certificado de defunción para la dignidad laboral, un número que disuelve la nobleza del oficio y el valor del tiempo entregado a la nación.

La tragedia de estos montos reside en su capacidad para anular el contrato social tácito: la promesa de que el trabajo duro y honesto es el pilar de la vida. ¿Cómo puede un profesional, un educador, o un servidor público planificar la Navidad, la salud familiar o la reparación de una vivienda con una suma tan pírrica? Este desfase no es una simple insuficiencia; es una negación de la capacidad humana de progreso. Como reflexionó el filósofo social Dr. Ramiro Peña, "Cuando el valor del esfuerzo se desvanece, no solo se empobrece el bolsillo, se empobrece el espíritu. El ser humano no solo pide dinero, pide que se le reconozca su valor en la sociedad."

El estancamiento del salario mínimo en 130 bolívares ha borrado la función esencial de la moneda: ser una reserva de valor. Los beneficios sociales, obtenidos con la lucha y la perseverancia, se han transformado en una formalidad legal sin sustento material. Esta situación empuja a los ciudadanos a una dinámica de supervivencia desesperada, donde la prioridad no es la inversión o el ahorro, sino la acción inmediata de "congelar el valor" mediante la adquisición de divisas o bienes duraderos. Esta obligación constante de proteger el patrimonio a contrarreloj genera un estrés sistémico que deteriora la salud mental y la cohesión familiar, siendo una de las causas invisibles del deterioro del tejido social venezolano.

El silencio institucional frente a esta crisis de valor es igualmente profundo. La inacción o el desinterés ante la evidente erosión del poder adquisitivo no solo perpetúa la pobreza, sino que fomenta la especulación y la indefensión. Como lo ha señalado la experta en derechos laborales Abogada Carolina Méndez, "Estamos viendo un desmantelamiento de los derechos laborales por la vía de la devaluación. No se necesita derogar una ley para anular un beneficio; basta con dejar que la inflación y el estancamiento lo devoren. Es una negación sutil pero brutal del derecho a una vida digna para miles de familias."

Ante esta realidad ineludible, la única respuesta que conserva la dignidad es la conciencia cívica reflexiva y la estrategia personal. El debate no puede centrarse únicamente en la queja, sino en la articulación de la inteligencia colectiva. Debemos priorizar la formación financiera, buscar mecanismos alternativos de generación de valor en divisas, y mantener un diálogo respetuoso y basado en datos sobre cómo proteger el núcleo familiar. Este acto de conciencia y autoorganización, desprovisto de confrontación y centrado en la protección de lo humano, es hoy el único camino que honra el esfuerzo de ese funcionario público cuyo aguinaldo es, tristemente, un espejo de la dignidad nacional.

Arturo Molina

@jarturomolina1

www.trincheratachirense3.wordpress.com

www.trincheratachirense.blogspot.com

 

Please Select Embedded Mode To Show The Comment System.*

Artículo Anterior Artículo Siguiente

نموذج الاتصال