EL AGUIJÓN
VENEZUELA: EL FUTURO EN MANOS DE SU CIUDADANÍA.
Por: Arturo Molina
Venezuela
atraviesa una encrucijada histórica. Se encuentra atrapada entre un pasado,
llamado la revolución del siglo XXI, que se resiste a desaparecer, y un futuro
aún incierto, marcado por décadas de crisis económica, institucional y social.
La escasez de bienes básicos, la migración masiva y la sensación de desamparo
han puesto a prueba la resiliencia de un pueblo que, pese a todo, sigue de pie.
En medio de este panorama sombrío, la posibilidad de un nuevo amanecer depende
de la conciencia y la acción organizada de la ciudadanía, para recuperar la
confianza, fortalecer los lazos comunitarios y promover la participación
ciudadana en todos los niveles. Cada barrio y cada municipio puede convertirse
en un espacio de transformación, donde las soluciones se construyen con
esfuerzo colectivo y creatividad local. La
participación ciudadana adopta múltiples formas: organización vecinal para
garantizar servicios básicos, impulso de iniciativas educativas, culturales y
productivas, y voluntariado para enfrentar desafíos cotidianos. Estos esfuerzos
locales, aunque parezcan pequeños, constituyen la base sobre la que se
levantará la nueva Venezuela.
La
diáspora venezolana representa un capital humano extraordinario. Millones de
profesionales, técnicos y emprendedores han adquirido conocimientos y
experiencias que pueden contribuir decisivamente a la recuperación del país. No
se trata solo de un eventual retorno, sino de generar vínculos de cooperación,
inversión y transferencia de saberes entre quienes están fuera y quienes
permanecen dentro. Redes de colaboración y apoyo a comunidades locales
convierten la distancia geográfica en una ventaja estratégica. Sin embargo, ningún
proyecto de nación será sostenible sin reconciliación y diálogo genuino.
Venezuela no puede permanecer dividida por la polarización que fractura
familias y comunidades. Superar estas diferencias implica reconocer la dignidad
de cada persona, incluso de quienes piensan distinto, y concentrarse en
problemas comunes: servicios públicos eficientes, seguridad ciudadana,
educación de calidad y oportunidades económicas, permitiendo transformar los
conflictos en acciones constructivas y avanzar hacia una democracia sólida y
funcional.
El
futuro de Venezuela no estará definido por caudillos ni discursos
grandilocuentes, sino por la decisión consciente de millones de ciudadanos de
asumir su papel como protagonistas del cambio. Cada acción cuenta: desde la
participación en asociaciones vecinales hasta la creación de proyectos
productivos y educativos que fortalezcan la autonomía de los ciudadanos. El
cambio verdadero surge cuando un pueblo se reconoce capaz de diseñar su propio
destino, transformando la desesperanza en energía constructiva y convirtiendo
la esperanza en acción tangible. Solo así, Venezuela podrá emerger más fuerte,
unida y con la certeza de que su destino lo escriben sus ciudadanos.
Arturo
Molina
@jarturomolina1
www.trincheratachirense.blogspot.com
jarturomolina@gmail.com
