DESPUÉS DEL 27 DE JULIO: ENTRE LA ABSTENCIÓN Y LA ESPERANZA.

 EL AGUIJÓN

DESPUÉS DEL 27 DE JULIO: ENTRE LA ABSTENCIÓN Y LA ESPERANZA.

Por: Arturo Molina

Las elecciones municipales del pasado 27 de julio en Venezuela dejaron un panorama complejo y contradictorio. En muchas regiones, se impuso la abstención como expresión del desencanto, la desconfianza y el cansancio acumulado. Pero en otros municipios, la historia fue distinta: ciudadanos decididos salieron a votar y lograron hacer valer la fuerza de su voluntad, alcanzando importantes victorias para sectores de la oposición. Esos triunfos no ocurrieron por azar. Respondieron al trabajo de liderazgos locales con compromiso social, constancia en el territorio y cercanía con sus comunidades. Son esos liderazgos los que hoy merecen respeto y apoyo, más allá de las etiquetas o las estructuras partidistas.

Sin embargo, también hay hechos que deben ser señalados con serenidad, pero sin evasivas: algunos factores opositores postularon candidaturas no con la intención de ganar, sino para obstaculizar a otras opciones opositoras. Movidos por intereses personales, caprichos, motivaciones crematísticas o mal acostumbrados, fragmentaron el voto y, en más de un caso, facilitaron la victoria de los candidatos del oficialismo. Una vez derrotados, en lugar de asumir con humildad sus errores, optaron por la actitud hostil, como si su rol fuera jugar al saboteo. Pero no deben tener una sonrisa en su rostro, porque, como dicen en el argot popular, el tiro les salió por la culata. Este tipo de conductas basadas en el chantaje, prepotencia y arrogancia no solo desgasta el tejido político, sino que alimenta el desencanto ciudadano. Dejan además en el limbo a sus dirigentes y militancia. Venezuela no puede darse el lujo de repetir estos errores. Es hora de superar esas deficiencias en la conducción de las organizaciones con fines políticos y reconocer la legitimidad de quienes, desde el esfuerzo diario y la constancia, han logrado conectar con su comunidad.

El llamado es claro. A esos sectores que aún piensan la política como un juego de imposiciones o negocios personales: reflexionen. El país atraviesa una crisis profunda que no se resolverá con candidaturas improvisadas ni con estrategias que priorizan la vanidad sobre el bien común. Respetar los liderazgos locales y trabajar por la unidad es más urgente que nunca. También hay un mensaje para los alcaldes electos por la oposición: que este triunfo no sea visto como un premio, sino como una responsabilidad. Que gobiernen con humildad, escuchando permanentemente a sus vecinos, con compromiso real por sus comunidades. En tiempos difíciles, la cercanía y la eficacia son más valiosas que los discursos grandilocuentes. Y a quienes resultaron electos desde las filas del gobierno: el pueblo espera gestión, no confrontación. Las colectividades exigen respuestas concretas, soluciones a los problemas cotidianos. Gobernar para todos es un principio democrático básico que no puede ser ignorado.

El 27 de julio nos deja una lección esencial: aunque muchos optaron por no votar, donde hubo trabajo honesto y liderazgo auténtico, la gente respondió. Solo se espera que la espuma no se le suba a la cabeza y terminen siendo más de lo mismo. La abstención no es irreversible. La política, si se ejerce con vocación de servicio, aún puede reconectar con la ciudadanía. En definitiva, Venezuela necesita menos cálculo y más coherencia, menos pugnas internas y más compromiso colectivo. Solo así podremos reencontrarnos con el país posible que, aunque golpeado, sigue latiendo en el corazón de su gente.

Arturo Molina

@jarturomolina1

www.trincheratachirense.blogspot.com

jarturomolina@gmail.com

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