EL AGUIJÓN
CALIDAD EDUCATIVA vs IDEOLOGIZACIÓN
Por: Arturo Molina
La educación es un área social que merece el respeto
de los gobernantes en Venezuela. Pensamientos arcaicos no pueden pretender
estropear el progreso y desarrollo de un país trastocando la formación de la juventud
estudiosa porque así lo determina una pequeña cantidad de personas que han sido
investidas para gerenciar la administración pública. Convocar a los
profesionales de la educación a talleres para decirles que deben pensar como
ellos, negando el derecho a disentir, es faltarles el respeto al tratarlos como
objetos de los cuales creen poder disponer. Actitudes de esa naturaleza alcanzan
la desmotivación, estrategia concebida para tal fin, pero dejan un país a merced
de los granujas.
Un gobierno que tenga relegada la educación de calidad
para rivalizar por la ideologización de los estudiantes está apostando al
fracaso del país. La vivencia en las aulas de clase es la desolación, la
desesperanza y la tristeza en los rostros de todos quienes tienen que ver con
el hecho educativo en cualquier nivel. Destrozar la autonomía institucional para
quitar o poner al que más le rinda tributo, pasando por encima de la normativa
legal establecida (sin respetar nada), es la línea de acción a seguir. Los derechos
son vulnerados, y eran los supuestos defensores de los mismos cuando aspiraban
alcanzar el poder. Por eso son los auspiciadores de la centralización y de las
comunas (tal como ellos las conciben), simples repetidores de un discurso
único. Les fastidia el pensamiento crítico, propositivo, y eso es limitar la
condición de ser diferente en los seres humanos.
La era de la tecnología fue anunciada sin complejos hace
tiempo atrás. Lo que se veía en películas y que era difícil de creer, hoy es
una realidad. Los avances van a velocidades supersónicas (serie animada de los Supersónicos).
La inteligencia artificial se presentó y el que se quedó relegado lo va a
absorber la camioneta barredora. La programación y la tecnología emergente no
tienen asidero en las instituciones educativas venezolanas, porque incluso
carecen de lo básico: electricidad, acceso a internet y formación del recurso
humano. La moneda de hoy es el conocimiento, y el acceso a la educación de calidad
lo transformaron los llamados revolucionarios del siglo XXI en un privilegio. No
basta con decir que la educación es gratuita; hay que dar testimonio con las
condiciones que ella requiere. Las universidades funcionan a una cuarta parte
de su potencial porque el presupuesto para el funcionamiento les es negado por
las autoridades, y la investigación científica, que era un pilar en las mismas
para su aporte al desarrollo del país, región y municipio, está casi extinguida.
Existe un adagio popular que señala: “Dime que presumes y te diré que careces”
(palabras más, palabras menos). Las carencias son abismales.
Recuperar la calidad educativa en Venezuela es un reto
para los ciudadanos. Dejar esa lucha solo a los docentes y académicos es cerrar
la puerta al futuro. Apostar por la educación de calidad no es un gasto, es una
inversión a largo plazo. No es repetir dogmas y consignas, es fortalecer el
conocimiento para la innovación. La educación debe ser el motor que impulse el
desarrollo del país, a través de políticas públicas que permitan alcanzar la transformación
social anhelada.
Arturo
Molina
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