EL AGUIJÓN
CRISIS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Por: Arturo Molina
La crisis estructural por la que atraviesa
Venezuela no deja nada fuera de su voraz destrucción. La pérdida de la
confianza en las instituciones del país por parte de los ciudadanos arropa a
las organizaciones con fines políticos. Las causas son diversas, pero la que
corona la montaña es la desconexión que sus dirigentes han tenido con la
realidad que respiran las comunidades. El accionar político de los mismos, que
debería ser el brazo comunicante con los ciudadanos para coadyuvar en la
solución de las necesidades imperantes, lo secuestraron entre las cuatro
paredes en las que se ven los “líderes” para pasar la mañana, sin generar nada
productivo. De allí surgen las promesas huérfanas de contenido, con narrativas
que terminan debilitando aún más el tejido institucional tan necesario para el
sostenimiento funcional de la democracia, por lo menos para quienes creemos en
el sistema de libertades.
Ante esa realidad, también es necesario analizar y
reconocer que los partidos políticos son fundamentales para la sana convivencia
ciudadana. Son instituciones que representan la pluralidad del pensamiento, y
esa diversidad enriquece el debate proactivo, aportando a la sinergia colectiva
en el marco de la propuesta seria, respetuosa, pensada, estructurada y
debidamente canalizada para alcanzar el propósito previsto. Lo que permite
inferir que su función no se limita solo a participar en los procesos electorales.
Hay tareas por concretar en el desarrollo de los acontecimientos antes de
pretender alcanzar el poder, canalizando la organización del debate público y
algo que dejaron en el maletero de los vehículos, tal vez por estrategia o por
negar oportunidades, como lo es la formación de sus dirigentes. Gerenciar un
país, el gobierno regional o municipal o cualquier institución nada tiene que
ver con el que grita más fuerte que el otro, por solo resaltar un ejemplo.
Elementos como esos son los que han fortalecido la antipolítica de la cual se
abrazan quienes desprecian el ofrecimiento comprometido, favoreciendo a su vez
la perpetuación sin cuestionamientos a quienes alcanzan el poder, sin la
renovación de las ideas y liderazgos. Todo o nada. Si no soy yo, tampoco es el
otro. Así se expresan algunos.
Es pertinente y de emergencia que se generen
cambios en la conducción política a lo interno de las organizaciones
partidistas. El respeto a sus estatutos y a lo establecido en el marco legal
son factores fundamentales para el desempeño del activismo político sustentado
en el acatamiento a las ideas de los demás. La democracia interna no puede ser
soslayada y pisoteada por quienes tienen la responsabilidad de la mayor
jerarquía. La confianza no va a retornar de seguir los mismos actores que
durante décadas han mantenido el control institucional y apuestan al fracaso.
Hacer la autocrítica honesta sobre los errores cometidos requiere de la
generosidad en el reconocimiento, pero es en esencia la que va a permitir el
reencuentro con su militancia y la sociedad.
El sistema de libertades requiere de organizaciones
políticas con bases sólidas en su contenido programático e ideológico,
actualizadas al momento histórico que se vive. La sociedad demanda
entendimiento entre los que ejercen el poder y los ciudadanos. La improvisación
es dañina en toda la extensión de la palabra.
Arturo
Molina
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