EL SALARIO COMO ESTRATEGIA DE CONTROL SOCIAL.

 

EL AGUIJÓN

EL SALARIO COMO ESTRATEGIA DE CONTROL SOCIAL

Por: Arturo Molina

Las acciones desarrolladas por el gobierno hacia la sociedad van dirigidas al control de los ciudadanos. Todo está diseñado para alcanzar el encierro. El salario es un mecanismo utilizado para ese despropósito. Las protestas que en justicia realizan los trabajadores del sector público por la reivindicación socioeconómica no encuentran eco en la clase gobernante porque su meta es quebrarlos, dejarlos sin oxígeno para obligarlos a la dependencia gubernamental y así alcanzar sus planes de sumisión. Quien no esté inscrito en la estructura del partido único no tiene derecho a surgir en posición alguna. Les molesta la meritocracia y apuestan por la dedocracia. Las leyes y sus reglamentos son simples adornos para los revolucionarios del siglo XXI.

Venezuela se convirtió en un país donde los entes gubernamentales no publican datos de nada. Todo viene de sectores privados e instituciones no gubernamentales, o de investigadores particulares. En ese sentido, el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) establecía que la canasta básica en enero de 2024 estaba por el orden de los 500 dólares mensuales, y el ingreso mínimo mensual “oficial” de un trabajador de 130 bolívares, unos 3,6 dólares. Para el año 2025, la misma canasta básica supera los 500 dólares y el salario mínimo de 130 bs representa 1,91 dólares a la fecha de hoy, según los datos aportados por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM). Esta brecha abismal obliga a los trabajadores a buscar ingresos adicionales en la informalidad o a depender de los bonos gubernamentales para escasamente poder adquirir los alimentos, porque lo demás lo transformó el gobierno en un lujo.

La precariedad salarial sigue creciendo. La devaluación del bolívar parece no tener techo. Los ciudadanos entran en un terreno peligroso al ser objetos de la vulnerabilidad extrema. La necesidad les sirve a los voceros gubernamentales para aparecer como los salvadores, ofreciendo espejismos que les funcionan al incrementar la dependencia, fortaleciendo el abismo en el problema estructural agobiante. Las compensaciones aparecen por arte de magia. Así condicionan el comportamiento humano. Nada de eso es nuevo. Apostar por el colapso de la economía es la meta prevista. Los incrementos salariales están descartados. No son prioridad en el libro rojo que mueve al sector oficial. La disidencia luce perdida. Está dispersa y se ahoga en el yoyo.

Las personas están distraídas tratando de mantenerse y mantener a los suyos con vida. Sobrevivir es su prioridad. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), año 2023, Venezuela era uno de los países de la región con mayor grado de desigualdad, al presentar un 80% de la población en condición de pobreza. Igualmente, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalaba que “la falta de un salario justo vulneraba los derechos fundamentales de los trabajadores y fomentaba la migración forzada”. Al respecto, la agencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) indicaba que 7,7 millones de venezolanos habían abandonado el país. Eso sigue intacto. Hoy, los que regresan también lo hacen forzados, y la mayoría busca otros destinos. Casi termina el primer trimestre del 2025, y en suelo venezolano se camina hacia atrás, con oídos taponeados y ojos vendados. En el juego del control político y social, los trabajadores son usados como peones a favor del impulso de la miseria y la pobreza. Así estamos.

Arturo Molina

@jarturomolina1

www.trincheratachirense.blogspot.com

jarturomolina@gmail.com

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