EL AGUIJÓN
DE ABUSO y ABUSADORES
POR: ARTURO MOLINA
La
fiesta organizada por empresario del Grupo La Marea (Coordinador del Motor
Turístico del Gobierno Nacional, y miembro del Consejo Nacional de Economía) en
Tepuy Kusari del Parque Nacional Canaima, designado en 1994 por la UNESCO: “Patrimonio
Mundial Natural”, es evidencia de que sus actividades van en función de
explotar, y hacer uso a través del abuso con base a la investidura que tienen.
De decorador de interiores pasó a ser un próspero empresario, según lo revela
el portal Primer Informe. Su condición de agente en área turística no es aval
para hacer lo que mejor le parece en esos espacios que la naturaleza nos
permiten tener en suelo venezolano. Deforestar la cima del Tepuy Kusari como
cualquier otro (por pequeño que sea) es un daño ecológico que no se puede
permitir, menos aplaudir, como tal vez lo hicieron los asistentes a la
celebración. Ya no les es suficiente a los exquisitos de cuello rosado reunirse
y disfrutar de sus fortunas en lugares cacherosos, y de los que nadie tiene
porque molestarse, solo que su egocentrismo y vanidad, les está llevando al voladero.
La
respuesta de uno de los invitados a bochornoso evento, además de expresar que
le dañaron su traje rosado, y que, si lo vuelven a invitar, lo haría sin
remordimiento, es la evidencia de que esos personajes no quieren para nada a
Venezuela, menos respetan la naturaleza. Tal vez así han sido sus actuaciones
durante años, pero se mantenían en el closet. O pudiera ser que vivían
escondidos con deseos de destruir, y no se atrevían, pero ahora que han
encontrado cama, lo hacen sin pudor. Asumen como ejemplo el genocidio que se
adelanta sin tapujos en el llamado Arco Minero, con plácet del Gobierno
Nacional. Se anuncian investigaciones por parte de la Fiscalía General de la
República, se espera en consecuencia los procedimientos de rigor para frenar
los excesos de los irresponsables, en ambos acontecimientos. La pregunta
obligada es ¿Qué hacen el gobierno regional y municipal? ¿A qué se debe el
silencio? ¿Son dueños de minas, o reciben beneficios de esa brutal acción
contra la naturaleza?
Alzar
la voz en esas situaciones no es fácil, pero hay personas con sentido de
pertenencia e instituciones que velan por el cuidado de esos reservorios
naturales que están asqueadas del silencio cómplice que envuelve los hechos. La
ONG SOS Orinoco se atrevió a denunciar el abuso y los abusadores. Tal vez el
balde que colocaron para hacer necesidad biológica (¿uno para todos, o separado
para cada uno?) no les agrado a alguno de los asistentes, y se fue a lo que
dejaron de vegetación para evacuar su estiércol al aire libre, y terminar de defecar
encima de la naturaleza, sonreír con las pelotas al aire, y posar para el selfi
que colocan sin rubor en redes sociales. Aparte de mediocres e irresponsables,
a esa clase de enclenque, (no se les puede llamar de otra manera, y me estoy
quedando corto), hay que recordarles que, por solo aceptar ese abuso, y más con
asistir para fortalecer la burla, son unos abusadores.
ARTURO MOLINA
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