EL AGUIJÓN
BARINAS,
LINDA BARINAS.
POR: ARTURO MOLINA
La elección del 9 de enero
en el Estado Barinas tiene a los analistas políticos o no, escribiendo sobre lo
acontecido en tierra llanera. Variables diversas mueven la pluma que asienta
sobre el papel los puntos de vista nacional e internacional. Hay quienes en su
forcejeo por etiquetar a los contrarios para tapar sus desventuras, se apoyan
en la torpeza de seguir culpando a la vaca.
La lección que han dado los
ciudadanos de ese espacio regional deja sin aliento a los creadores de
laboratorios excluyentes. El triunfo contundente del señor Garrido les hizo
ilusionar con volver a las andanzas de las guarimbas, golpes de estado e
intervención militar norteamericana. Al conocer que ese despropósito era imposible
por la convicción del nuevo gobernador de exigir respeto hacia su linda
Barinas, partiendo del reconocimiento mutuo de las autoridades electas a nivel
nacional y regional, comenzaron a lanzar toda clase de improperios contra esa
postura.
Los radicales, de ambos
lados, añoran la confrontación estéril para tener algo que decir en los medios.
Al no producirse, sienten que están desapareciendo, y eso los coloca en
situación de alto riesgo para seguir chupando la teta de la becerra. Los
electores del Estado Barinas decidieron ir por la vía de la economía del voto y
apostaron a lo seguro, tal vez no lo querido, pero era lo que esa población
tenía decidido. Salir del oficialismo era imprescindible para esos ciudadanos
que cansados de esos gobernantes, se dieron con furia y votaron contra todo
pronóstico. Allí el voto se afianzó en contra de los abstencionistas.
Algunos dirigentes del
llamado G4 se engañan a sí mismos, al pretender manipular a los ciudadanos del
resto del país, con el ridículo enunciado del triunfo, gracias al liderazgo que
ellos representan. El desconocimiento a la inteligencia de esos electores deja
al descubierto que ese grupito de facinerosos los mueve la vanidad. Adicionalmente,
los ciudadanos de ese territorio enviaron contundente mensaje al oficialismo.
No hay dinero suficiente para comprar la conciencia de las personas, ni trampa
alguna que frene la expresión de las mayorías.
El triunfo en suelo llanero
debe ser administrado con la humildad que el caso amerita. La unidad nacional
nada tiene que ver con los intereses mezquinos de algunos dirigentes. Los
partidos políticos deben renovar sus autoridades. La organización de la
sociedad es de abajo hacia arriba. No se trata de quitar a alguien para poner
otro peor. El método de selección de los representantes con vocería de la
alternativa democrática (sin exclusiones) es por la vía de la elección
primaria. Nada de embriagar el ego. Hoy toda Venezuela canta: Barinas, linda
Barinas.
ARTURO MOLINA
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