EL AGUIJÓN
LA DIASPORA Y LA MUERTE, AZOTAN A VENEZUELA
POR: ARTURO MOLINA
Las mafias se han apoderado
del control de los bienes y servicios en todos sus niveles. Los incrementos de
las tarifas de los servicios públicos, alimentos, medicinas, ropa y calzado se multiplican
al 100.000%, con respecto a la asignación económica mensual que perciben las
personas. Pareciera se busca sustituir el ingreso salarial por el tan anunciado
trueque de los revolucionarios del siglo XXI, desde que por obra y gracia de
los mercantilistas de la política, llegaron estos al poder. Solo que el 97% de
la población no tendrá nada que intercambiar porque todo les ha sido
arrebatado.
En la Venezuela de la revolución
del siglo XXI aflora sin vergüenza alguna la corrupción y el abuso. Cualquier
situación es buena para generar ingresos ilícitos, incluso con las colas a
pasajeros que salen en estampida de sus hogares, huyendo al salvajismo, para
acercarlos a sus destinos. El uso de unidades militares no escapa a tal
negocio, pero los hechos brotan a la luz pública por obra del desastre. Aparecerá
la disculpa y pagará ante la justicia el soldado raso, que en términos del Juan
Bimba, es el pendejo.
Las alcabalas proliferan en
las arterias viales en tiempos de pandemia. No son precisamente para resguardar
a los ciudadanos, es para el cobro del peaje por permitírsele transitar y el desembolso
debe hacerse en moneda extranjera. El pago de los impuestos a las Alcaldías por
tales derechos pasa a un segundo plano, ahora es potestad de los delincuentes
vestidos con uniforme y portadores de armas, quienes imponen su nueva Ley, sin
importarles el desprestigio a la institución y a sus demás compañeros, quienes actúan
apegados al deber ser.
La locura transita las
calles de Venezuela. Deambula como zombies sin
rumbo, y aferrados al virus chino,
hacen estragos en la sociedad. Secuestros entre familias se dan por hacerse de
tres lochas. Amenazas a otras personas surgen de quienes sienten que el poder
les ha sido dado para el atropello.
Organismos de seguridad son vistos como asesinos, matones asalariados,
que hacen el trabajo al mejor postor. Es el descontrol gubernamental que aflora
producto de la avaricia, arrogancia, y ausencia de pertinencia y pertenencia
social.
Los venezolanos viven días
de angustia. Sobresaltos permanentes se registran en el seno de las familias. La
depresión hace mella. La aspiración es cambiar el sistema de gobierno
colectivista, para dar respiro al de las oportunidades, el sistema de
libertades. La diáspora y la muerte, azotan a Venezuela.
Arturo Molina
@jarturoms1
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jarturomolina@gmail.com
