EL AGUIJÓN
LA
INTENCIÓN NO ES CAMBIAR DE ROPA AL ACTOR
POR: ARTURO
MOLINA
La paz requerida en Venezuela pasa por reconocer las
dificultades y aceptar la disidencia; el gobierno ha cerrado las puertas al
reclamo y promovió el abuso contra los protestantes. La participación de paramilitares
en diversos escenarios del reclamo social ha llegado a extremos peligrosos. Los
estudiantes han mantenido una actitud gallarda ante los atropellos del
oficialismo; se les puede acusar de ser jóvenes, irreverentes, en todo caso
rebeldes con causa, pero jamás de asesinos, ni de propinar golpes a los cuerpos
represivos del estado.
La llama de la protesta sigue encendida; no ha valido que el
gobierno persiga y prive de sus derechos a estudiantes. El desespero de los
cuerpos represivos del oficialismo llega a los extremos de arrestar en los
hoteles a los jóvenes, por el sólo hecho de presentarse estos a protestar; detienen
10 y se suman 20, todos en actitud pacífica, pero con un grito en su voz:
LIBERTAD.
El diálogo político se hace necesario, pero el mismo no
puede estar parcelado; las opiniones de los diversos sectores de la sociedad
venezolana son relevantes ante los hechos. La representación de la masa protestante
no puede ser pretendida por un bloque distinto a su natural expresión, o en
todo caso excluyéndolos. Los puntos del debate político no son por migajas, ni
por intereses de particulares. La lucha es por no permitir la imposición del
modelo político-económico del gobierno, quienes violentan lo establecido en la
Constitución Nacional.
El oficialismo hace lectura equivocada, al pretender que
todo está a su favor por el solo hecho de llevar operativos a las barriadas y
permitir que la gente logré comprar una paca de harina, una de espagueti, un
aceite y dos rollos de papel higiénico; la indignación sigue presente, latente,
viva y reclamando. Los asesinatos a la juventud son de uno cada veinte minutos,
y eso está allí, no ha cambiado, suceden con fuerza en los sectores populares.
Las apreciaciones erradas del gobierno, les llena de sectarismo, prepotencia y
arrogancia.
La expresión de Nicolás de no permitir bandas armadas contra
los manifestantes, es una burla más de las tantas propiciadas. El trato al
estudiante de la UCV, por un paramilitar y su banda de gavilleros, habla de la relación
del oficialismo con la juventud disidente. La brutal agresión a la periodista extranjera
para arrebatar su cámara por parte de paramilitar, expresa el odio hacia
quienes recogen en el contexto lo acontecido. Aplaudir las más de treinta
muertes ocurridas en la protesta y mancillar la libertad de expresión, es
evidencia de que la democracia no tiene cabida con actual gobierno.
El diálogo político debe ser profundo, sin ambigüedades,
integrador y con propuestas, para buscar alternativas a la crisis presente,
privando lo ético y lo moral. La Constitución Nacional señala caminos para
salir de estos eventos engorrosos, de eso se debe consultar a la población. Los
golpes de estado y la impunidad deben ser rechazados con firmeza. No puede haber diálogo si la pretensión es
seguir igual; el propósito no es quitar a unos para poner a otros; la intención
no es cambiar de ropa al actor.