EL AGUIJÓN
OTRA VEZ LA BURLA
POR: ARTURO MOLINA
El
reciente incremento del salario mínimo a 126 bs mensuales, aproximadamente 29
dólares, no deja de ser un ingreso precario. Es lamentable que la política
salarial del gobierno nacional tenga el matiz del permanente empobrecimiento
del sector público. Las redes sociales dan testimonio de la precariedad que
mantienen los funcionarios de este sector a cualquier nivel. Permanentemente
recurren a la solidaridad de los ciudadanos para superar dificultades que se
presentan en su salud. El sistema de protección social del que gozaban los
trabajadores, fue destruido, cambiado por el ofrecimiento populista, sustentado
en el engaño y la buena fe de las personas.
La
centralización ha tomado curso desmesurado, ofensivo. Dentro del esquema de
liquidación de gobernaciones y alcaldías como propósito inmediato del
oficialismo, han recurrido a dejarlos como simples operadores para el trámite
de elaboración de nóminas. Ahora es la Oficina Nacional de Presupuesto (ONAPRE),
dependiente del Ministerio de Finanzas, la ductora de la política salarial. Desde
allí direccionan para que los pagos se realicen a través del sistema patria,
obligando a propios y extraños a registrase en el mismo, incluso para cualquier
trámite administrativo. Los reclamos se pierden en la distancia porque desde
estos espacios de “poder” regional y local, son simples intermediarios. Eso no
puede gustarle ni siquiera al que vive en la capital del país. Se cierne la
autocracia, ya que no solo es ese aspecto el que entra en el debate, también se
debe revisar lo concerniente a la autonomía de las instituciones, ya que la
idea es concentrar el poder en una persona. Eso equivale a destruir el orden Republicano.
No
se puede generalizar. Tal vez hay dirigente gubernamental con deseos de cambiar
las cosas en el seno del gobierno central, regional o municipal, pero al final
se lo va a tragar la asfixiante corriente centralizadora. Sería un acto de
buena fe tal propósito, que implicaría al gobernante asumir su liquidación
política por parte de sus camaradas ante la osadía o aventura realizada. La
otra es la mentira para atraer apoyos, y luego dar el leñazo a los creyentes. No
en vano, desde el régimen se les ha dado impulso a las comunas, pasando por
encima de lo establecido en la Constitución de la República. Crearon el feto,
cunado no les parece lo desconocen; y si ven camino expedito se hacen pasar por
la solución, cuando en realidad son el problema. Hay cientos de seguidores que
han abandonado ese carro y suspiran por cambio de gobernantes.
El
régimen pretende en la nueva burla a los funcionarios de la administración
pública, que el incremento no sea aplicado en las tablas salariales con base al
porcentaje global, sino desde el mínimo. Siguen con su propuesta de
empobrecimiento, llamado en su entorno, igualdad hacia abajo. El incremento
salarial se hace desconociendo a los gremios, sindicatos, es decir, sin dialogo
social. La nariz de Pinocho ya no tiene donde esconderla. En el planteamiento
de los revolucionarios del siglo XXI no entra nada que tenga que ver con lo
privado, porque no creen en eso. Son su antítesis. Tampoco creen en el salario
digno y suficiente, menos en los trabajadores con calidad de vida.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
www.jarturomolina.blogspot.com
jarturomolina@gmai.com