EL AGUIJÓN
¿ES
LA PANDEMIA UN NEGOCIO?
POR: ARTURO MOLINA
La humanidad enfrenta la
pandemia del virus chino con resignación. Los gobiernos del mundo han ido
adecuando su inventario de las vacunas para satisfacer empresas
transnacionales. El avance del negocio es redondo. Unos crearon el virus y lo
lanzaron para el extermino de las personas, y al poco tiempo ya promovían la
posible vacuna, pero no sin antes hacer grandes transacciones con los tapa
boca. Los anti bacteriales se desaparecieron de los estantes de las farmacias y
regresaron con su precio triplicado. El alcohol fue otro de los productos que
tomo vuelo inalcanzable. Lavarse las manos con agua y jabón también tiene su
momento de sufrimiento, porque quienes tenían el jabón, no les llegaba el agua,
o a la inversa, o simplemente no tienen ninguno de los dos.
Las empresas de los fármacos
irrumpieron con sus anuncios de la vacuna, pero no se registraba seguridad de
su efecto, y por lo tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) no daba el
visto bueno. Tal secuela generó a su vez una especie de competencia con la Organización
Panamericana de la Salud (OPS), y en un perverso pin pon, se desgranaba a quien
recurrir. Si aquel no me la aprueba, entonces recurro a la otra, la una
representa los intereses del comunismo, la otra los del capitalismo. Cada quien
se buscó su pana, y ahí se fueron colando. Las llamadas potencias se
promocionaban entre sí para ver cuál era el mejor, y la asociación ideológica
entraba en escena. No importaba la cantidad de personas muertas, solo se tomaba
la cifra para generar pánico y fortalecer el producto.
Se sembró en las sociedades opiniones diversas. Los que apostaban a que
vacunarse es permitir la siembra del chip que le controlara su vida, y los
anunciantes de que aún cuando la vacuna no fuera efectiva lo importante era
frenar el virus y con ello la muerte. Está ultima es lógica y sensata, y
aparecieron los porcentajes de efectividad del 90%, 80%, 50%, 60%. Todo un ballet
propagandístico, y por fin la aparición de los permisos requeridos para la
compra y aplicación de la misma en los seres humanos. Ahora la carrera era por
quien y a quien le vendo más. La danza de los millones entraba en escena
nuevamente. Con el virus chino quebraron a muchas de las llamadas pequeñas y
grandes empresas, pero con la menuda tajada de enriquecimiento de los
consorcios internacionales, direccionados a fortalecer a los gobiernos potencia
(como el slogan de los revolucionarios siglo XXI).
Al teatro anterior, ahora surge una nueva
escena (parecida a la novela por estas calles), y es que gobiernos
complacientes como el de Venezuela, anuncian la compra de las vacunas Abdala a
su socio de la dictadura cubana. Los oficialistas se pasaron por el retrovisor
a la OMS y la OPS. El mandado estaba cumplido por los seguidores del castrismo
en la patria del Prócer de la Independencia Pedro Camejo ( Negro Primero), quien abandonó a las tropas realistas para luchar
al lado de los patriotas, y 200 años después debe estarse sacudiendo en su
tumba, al ver el relajo en el que los revolucionarios siglo XXI han convertido
su patria.
Una vez más la dictadura
cubana saca a relucir su bandera por encima de la venezolana, develando la
traición a la patria por parte del régimen. La polémica generada era una nueva
distracción del oficialismo. La recomendación sigue siendo la de siempre: use
tapa boca (los caseros también funcionan); lávese permanentemente las manos (si
tiene agua y jabón) y mantenga la distancia. Esa es la mejor vacuna. Que a
nadie se le ocurra decir que la pandemia es un negocio.
ARTURO MOLINA
@jarturoms1