EL AGUIJÓN
DICTADURA
MODERNA
POR: ARTURO MOLINA

En las oposiciones las
opiniones son diversas, chocan públicamente y los epítetos que esgrimen son
abundantes, y en oportunidades abrumadores por su inconsistencia y ambigüedad.
Se llaman unos a otros alacranes, colaboradores, entreguistas, vendidos,
traidores. Unos piden se respeten sus sentencias, pero a su vez no respetan la
de los demás. Así el temario radica en intervención militar extranjera y golpe
de estado, o participar en elecciones para sacar del poder al régimen. El
llamado a la resistencia tiene 21 años sonando y el libreto es el mismo de siempre: hambre, miseria y muerte. Se
afianza con ello el control social por parte de los revolucionarios y se crea
el libre tránsito de la sumisión total de la sociedad en manos del régimen.
Los ciudadanos ven el relajo
y se ponen pañuelo en la nariz. Los abstencionistas no terminan de demostrar
que su estrategia es la indicada. Sucedió en las parlamentarias 2005. La
ilegitimidad promocionada se quedó en pauta publicitaria y sus generadores
todavía lanzan piedras y esconden la mano. Antes, el llamado paro petrolero
(dic.2002-feb.2003) terminó quebrando a empresas y dejó sin trabajo a miles de
venezolanos que creyeron y finalizaron decepcionados. Ah, pero candidatos
presidenciales si aparecían cada 24 horas. Igual aconteció con la llamada
salida (2014), cientos de jóvenes fueron utilizados, unos cuantos pararon en
las cárceles, otros salieron del país, sus familias siguen padeciendo en
silencio ese error, y el régimen aún está al frente de la Presidencia de la
República. Crearon la posibilidad de establecer la dinastía gubernamental,
ensamble de monarquía occidental. De no ser ellos, no era nadie. Todo o nada.
Aristóteles tembló en su tumba con magistral escenario.
Los procesos electorales en
los que se ha participado han abierto puerta al cambio, pero no se han sabido
aprovechar. A faltado organización, movilización y cuidado del voto. La
evidencia está en gobernaciones. La elección de la Asamblea Nacional en 2015
fue un triunfo sin precedentes en la historia contemporánea venezolana, pero se
ha despilfarrado, porque han jugado al “como va viniendo, vamos viendo”. No se
hizo lo que se debía hacer, y los contrarios vinieron, asumieron, se quedaron y
no los vieron. Ese es el resultado. Tampoco eso se ha querido reconocer. Y
cuando se ha “ganado”, no se ha cobrado porque faltan actas para demostrar ese
triunfo. Pero los ciudadanos no abstencionistas han acudido al llamado, y aquí
la culpa es de la vaca.
El tiempo se termina. El
régimen va por lo suyo, y el proceso electoral de las parlamentarias 2020 es el
iceberg esperado por ellos. Todas las estrategias las han puesto sobre el
tablero. La perfección para las condiciones electorales con sistemas de
gobierno como el colectivista, no es posible. Ya se les derrotó en su terreno,
con C.N.E sacado de la manga de la camisa. Ahora hay que esperar para ver
atornillarse nuevamente al poder a la dictadura moderna.
ARTURO MOLINA
@jarturoms1
jarturomolina@gmail.com