EL AGUIJÓN
EL
IMPERIO YANQUI Y LA REVOLUCIÓN SIGLO XXI
POR: ARTURO MOLINA

El desarrollo de las
naciones requiere de esa combinación para evitar excesos y violaciones a la
norma establecida. Ello resume la posibilidad de convivencia en un mundo
civilizado, donde las minorías deben ser escuchadas por la mayoría. A eso se le
pudiera llamar reconocimiento y sucede en democracia. Excluir la conversación
para alcanzar entendimiento no es viable aún en la confrontación con las armas.
Las posibilidades de salir airosos de eventos o encrucijadas dependen de lo que
se pretende alcanzar. Trancar acuerdos por puntos de honor, no ayuda, extiende
en el tiempo lo que se puede lograr con anterioridad.
La normativa legal ha sido
violentada permanentemente por los revolucionarios siglo XXI en Venezuela. Los
Derechos Humanos (DDHH) pisoteados. Las protestas devienen en muerte. La
libertad de expresión mutilada. Exhiben el hambre como trofeo, la humillación
su grandeza y la corrupción la bandera. No acatan resoluciones de órganos
internacionales. Se mofan de decir y hacer sus pareceres con apoyo de
gobernantes de similitud ideológica. Han permitido la invasión y colonización
de gobernantes extranjeros. La lucha de los libertadores la han lanzado al
precipicio y juegan con sus nombres y victorias. Elevan los nombres de
asesinos, y le hacen bustos a dictadores y guerrilleros. Son actores de la
sumisión, viven anclados en el pasado y se niegan a aceptar cambios exigidos en
el presente. Aún así, los ciudadanos han soportado con estoicismo y trascienden
a esa locura en espera de acuerdos para dirimir diferencias e impulsar el
sistema de libertades.
La manipulación de los
revolucionarios siglo XXI ha perdido fuerza en las personas. No basta con
gritar desaforadamente eslogan contra el imperio o el bloqueo como escusa.
Ahora son ellos quienes claman hablar con los representantes del imperialismo.
Lo hacen en privado, y al ser delatados por sus propios camaradas no les queda
otra que aceptar los hechos. La ilegalidad e ilegitimidad de sus acciones los
pone a arar en el desierto, con gobernantes de 50 países en contra. El gobierno
norteamericano les ha lanzado un salvavidas. Tienen la encrucijada en sus
narices. Es simple, la toman o la dejan.
El imperio yanqui le ha
servido a los revolucionarios siglo XXI para darse la buena vida y hacer
negocios con dinero mal habido. También aprendieron a colgarse de sus
testículos para sobrevivir al desastre que impusieron. Esa es la onda del
militarismo castrista en los nuevos tiempos.
Arturo Molina
@jarturoms1