EL AGUIJÓN
EL
SECUESTRO
POR: ARTURO MOLINA

En su tiempo los gobiernos establecían
acuerdos para evitar la presencia de ese flagelo en sus territorios, denominado
la industria del secuestro, pero las cosas han cambiado, ahora se les ceden
espacios nacionales, transitar y delinquir libremente. Se hacen llamar revolucionarios
para esconder su alienación con el narcotráfico y la corrupción. Ya no ven
necesario irse a las montañas y pasar necesidades para mantener vigencia con el
cuento de la explotación y la lucha de clases, ahora se sienten dueños de la
voluntad de los ciudadanos porque ostentan el poder y las armas, y hacen de la
justicia lo que les viene a su antojo, emitiendo ordenes contra la libertad de
las personas a capricho, e intentar tomar por la vía de la ilegalidad lo que
les fue negado legítimamente.
Los revolucionarios siglo
XXI han cambiado las reglas de juego para la convivencia social y aplican sus
retrógradas prácticas, retornando a la Venezuela de la ruralidad y el atraso.
Ahora es el propio gobierno el que persigue, acecha y secuestra a cualquier
ciudadano, y actúan descaradamente contra la disidencia política. Aplican la
selección como método para la intimidación, y niegan el lugar de reclusión y estado
de salud de las personas y presos políticos. La pobreza es su norte y la
esclavitud su triunfo.
Atrás quedaron las
oportunidades de implementar vínculos entre lo social y económico, como base
para la aplicación de políticas públicas a favor del desarrollo, y
contrarrestar la desigualdad. Basta con revisar el reporte económico (mayo)
2019 de la Academia Nacional de la Ciencias Económicas www.ancevenezuela.org.ve/ance/sites/def…
para percatarse del retroceso que implica la acción económica adelantada por
los revolucionarios del siglo XXI. Temas como la salud, educación y seguridad
social son usados para el discurso ponzoñoso de la élite del oficialismo. El interés
es mantener a los ciudadanos aislados de los avances que aporta el conocimiento
científico.
Los venezolanos viven
arrinconados por las acciones pueriles del régimen frente al poder. Las
familias aisladas por la diáspora. La muerte acecha por ausencia de medicinas y
alimentos. La inflación arrebata cualquier salario. No hay capacidad de
producción de energía eléctrica, gasolina, gas doméstico. Regresar a las lámparas
de kerosene para alumbrar los hogares, parece ser la alternativa, solo que
tampoco se consigue ese producto derivado del petróleo. Que las familias
venezolanas cocinen con leña el monte que logren recoger, es la pretensión de
los revolucionarios siglo XXI, pero también termina mal por la presencia de las
lluvias. Todo apunta perversamente por la infamia de quienes regentan el Poder Ejecutivo
Nacional.
Quebrar las cadenas que
oprimen la libertad, imponen la miseria y secuestran las decisiones de la
mayoría, depende de la participación activa y permanente de los ciudadanos. Todos son necesarios.
ARTURO MOLINA
@jarturoms1