EL AGUIJÓN
LOS
RADICALES DE OPOSICIÓN
POR: ARTURO MOLINA

Si
las acciones se desarrollan en torno a sus pretensiones personales, es
correcto, si es en sentido contrario, son entreguistas o traidores. Son los que
apuestan a la moda, no tienen nada detrás, pero se valen de la circunstancia
para atraer apoyos. Tienen además grandes coberturas en medios, y gozan de
recursos económicos para su proselitismo político. Se hacen llamar de derecha,
izquierda o de centro, no importa en cual camino se mueva, siempre que sea el
de su beneficio exclusivo.
Hablan
de los pobres y su pobreza, pero al acercársele alguien con tal condición lo
primero que destaca es el violín que trae. Se llenan la boca vociferando públicamente
a favor de los trabajadores y se sientan a ser serviles de explotadores. Nadan
en las aguas contrarias al imperialismo y lamen las botas de sus representantes
para ser recibidos. Son viajeros permanentes a tierras de esos imperios y consecuentes
críticos para quienes se atreven a predicar libremente a favor de esos señores.
No
mueven un músculo para organizar sus estructuras o partidos ficticios, pero lanzan
permanentemente laboratorios para destruir a los existentes. En momentos
pretenden convertirse en los salvadores de la patria, y en la chiquita son
cobardes ante el escenario presente. Llaman a la calle, a la confrontación, a
la muerte de ser necesario, pero se esconden detrás de las masas para evitar su
caída.
Son
radicales dependiendo de las circunstancias. Si el escenario es para el dialogo
y sus intereses no están allí, bombardean esa intención, pero si ellos han sido
llamados a compartir el juego, entonces se puede hacer, pero sin que se entere
la gente. Son los primeros que toman fotos y montan vídeos para mostrar a la
sociedad cuando alguien de la oposición coincide en restaurant, aeropuerto o
cualquier sitio público y se saludan y se dan la mano, para descalificarlos
ante la opinión nacional, pero ellos se reúnen en privado a conversar y hacer
acuerdos. No aspiran a dirigir la transición, pero son candidatos herederos a
Miraflores. El voto les agrada si se encuentran ellos en la cúspide de
aceptación, lo contrario denigra de eso y crean la excusa para evitar el
conteo. Las primarias les asustan y prefieren la imposición, el dedo y se
reparten el país vulgarmente, como si fuese el patio trasero de su casa.
La
política de altura debe sacudirse esos señores de maletín y asumir el rol que
el momento histórico demanda. Los partidos políticos con arraigo social,
estructura y organización están llamados a rescatar y retomar el hilo democrático
a favor de los ciudadanos. El chantaje pretendido por los radicales hay que
defenestrarlo de la actividad política. La oposición venezolana tiene dirigentes
formados en partidos con historia democrática y republicana. Acción Democrática
es uno de ellos, y debe abrir el debate sin ambigüedades, llamar al reencuentro
de connotados dirigentes que se encuentran fuera de la organización para hacer
causa común por Venezuela. A esos dirigentes hay que hacerles entender que fuera
de la organización se hace poco, adentro hay mucho por construir.
Los
parásitos hay que apartarlos para que no sigan haciendo daño a los ciudadanos y
el país. Cambiar los actuales gobernantes es una necesidad histórica, y debe
hacerse con planteamientos claros, incluyentes. Con propuesta de políticas públicas
a desarrollarse a corto, mediano y largo plazo, según la circunstancia.
Venezuela requiere de liderazgos, no de mesías. La irreverencia es una actitud
humana ante los atropellos y abusos. El chantaje pretendido por los radicales de
oposición anclados en el teclado para elaborar laboratorios en contra de los demócratas,
aupar la polarización y favorecer al régimen, es otra cosa.
ARTURO
MOLINA
@JARTUROMS1
www.jarturomolina.blogspot.com