EL AGUIJÓN
LA PROTESTA SOCIAL ESTÁ EN LA CALLE Y NO CREE
EN NADIE.
POR: ARTURO
MOLINA
Los ciudadanos
venezolanos están protestando en todo el territorio nacional. Los convoca la
realidad que pretende negar el régimen. La explosión de la inflación ya no
admite nombre. Es vulgar lo que acontece entre los ingresos y los egresos
económicos de los trabajadores. La comida se compra a precios exorbitantes.
En los mercados
populares se ve ipso facto los desequilibrios de la economía en pequeñas
distancias. La compra con efectivo es de precios reducidos con respecto a la
transferencia y los puntos de venta, pero igual son de millones. Los
funcionarios públicos, llámense médicos, enfermeros, docentes, profesionales
diversos, los no profesionales, ganan pírricos salarios, insuficientes para
alimentarse y alimentar a sus familias. El oficialismo lo achaca a la “guerra
económica”, para continuar con la aniquilación del progreso y bienestar social,
haciendo del hambre y la pobreza, una política pública, direccionada en
acrecentar la desigualdad entre las personas, con resultados nefastos,
transformándose en ingobernabilidad y complicaciones temerarias.
El colapso de derechos
fundamentales como salud, alimentación, educación,- pareciera por lo grueso de
su tamaño-, están a la vuelta de la esquina. Los gobiernos regionales hacen
maromas para contener la arremetida, pero el régimen vapulea cualquier acción
regional y local. Los inconstitucionales “protectores de la revolución”, fueron
creados para sabotear las gestiones de Gobernadores y Alcaldes de oposición.
Ante la desidia la resistencia se fortalece, el ímpetu crece y la dignidad
florece.
Los pensionados duermen
en las aceras esperando aclare el día para cobrar lo que por Ley les
corresponde, pero se encuentran con la miseria de frente al recibir su dinero,
devaluado y en cantidad insuficiente. El régimen juega con la voluntad y
necesidad de los ciudadanos, les acorralan para humillarlos. La intención es
hacerlos desistir de sus reclamos. Aparentan fortaleza, y en realidad están
desnudos y solos.
El socialismo siglo XXI
es coherente con su política de hambruna. La noche y el día son el espacio para
la delincuencia. La inseguridad es la expresión de la zozobra reinante en los
ciudadanos. Ante eso, la calle grita, el silencio es superior al ruido. Las
horas son demoledoras para el oficialismo. El populismo brota en cada una de
sus pobres-mediocres-pálidas propuestas. Catapultan “El carnet de la patria”
como su fortaleza, autorizando usarlo para todo (comprar, pagar, disfrutar e ir
al baño hacer del cuerpo y limpiarse el ano), que al final del día y en medio
de la desolación, es nada. Hasta para pagar pasaje lo autorizan, pero no hay
transporte, y las utilizadas por el régimen comienzan a ser parte de grandes
cementerios.
El régimen se siente
acorralado y pretende la manipulación a toda costa. Respira, pero se escucha el
aliento entrecortado. La protesta social gana terreno. No tiene color, no es de
partidos. No pertenece a caudillos, ni mesías. Es la expresión genuina de seres
humanos que levantan su voz ante el abuso y prepotencia. El colapso llegó y
tiene camino definido. El tiempo se agota. La patria se exalta. El miedo
recrudece. Nada ni nadie sabe lo que viene. El clima de protesta social está en
la calle, arrecia, y no cree en nadie.
Arturo
molina
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