EL AGUIJÓN
¿IMPLOSIONA
LA OPOSICIÓN?
POR: ARTURO
MOLINA
TWITTER: @JARTUROMS1

Es natural que alianzas
con visiones político-ideológico distintas tengan desencuentros. Lo sensato es
el acuerdo programático para salir del problema. El dilema radica en quién gana
más espacio en el terreno de esos acuerdos. En algunos casos los resultados electorales
se traducen en el barómetro, pero la realidad del sentimiento nacional no necesariamente
está allí en esa cantidad de representantes. La moda que han pretendido algunos
actores de organizaciones políticas, generando choques entre lo nuevo y lo
viejo, ha dado como resultado la dispersión de los ciudadanos. Si no hay plan, no
hay programa, sin este no hay actividades y en consecuencia cero tarea a
cumplir, a eso se le llama inacción, y en política es mortal.
Los dirigentes de las organizaciones
políticas están obligados a mantener informados a sus seguidores de lo que
acontece, y en consecuencia a organizarlos para asumir tarea en función de
estrategia con alcance de su propuesta a
los ciudadanos. Esa es la vía de transmitir la diferencia o la
coincidencia, sin perder autonomía partidista, de sus principios y valores. Una
cosa es encontrarse, otra suicidarse.
Los electores se mueven
con base a la articulación de la oferta, ser mayoría en democracia, bajo el
sistema de libertades, implica la conquista de los ciudadanos. La unidad
electoral, ha permitido a algunos dirigentes alcanzar cargos de representación popular,
incluso, con postulaciones violando la norma establecida, dejando por fuera dirigentes
que tienen identidad y arraigo en esas comunidades. Lo que se traduce en incoherencia,
generando desconfianza, patentizando la incredulidad ciudadana hacia los
actores decisorios en los eventos políticos. La banalización toma impulso, y el
nivel de crisis por la que atraviesa el país, permite generar laboratorios a
personas sin asidero político, para colarse en el barco y alcanzar lo que por sí
solo, no lograría nunca jamás.
El daño pretendido
hacia los partidos políticos por actores incapaces de crearse los suyos, lo
hacen desde la articulación de laboratorios cargados de odio y rencor hacia las
personas que los dirigen. Auspician lo mismo del oficialismo. Se pudiera
interpretar como la estrategia que les permite mantenerse en la palestra y así conseguir
negociar sus posibilidades de representación. Ciertamente la lucha se hace
desde adentro, afuera se respeta la opinión, pero el apoyo de los activistas es
efímero. Sobran experiencias al respecto.
El acomodo en los
factores adversos al régimen es necesario. Cada una de las organizaciones
partidistas debe debatir el camino a seguir. Las alianzas electorales siempre
se van a generar. Pretender asociar al blanco con el rojo, porque no hace lo
que a alguien le gustaría que hiciera, según su acomodo, y sacar a la calle
laboratorios perversos, es ser más de los mismo. La búsqueda del poder no tiene
porque obligar al amarillo a decir lo del naranja. La asociación hipócrita no
da leche. Los matrimonios terminan, y la amistad sigue. Venezuela está urgida
de la propuesta de cambio. Salir a la calle, e ir a escuchar a los ciudadanos
es imperativo. Ya basta que desde el centro se imponga el camino, la periferia
existe, siente y propone. Ese es el deber ser de los dirigentes de las
organizaciones políticas. No por eso implosiona la oposición.
ARTURO
MOLINA
www.jarturomolina.blogspot.com