EL AGUIJÓN
CARNET
DE LA PATRIA
POR: ARTURO
MOLINA
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JARTUROMS1

La planificación de la
pobreza sigue su curso. Las ayudas sociales se anuncian con bombos y platillos.
Se aprueban pagos para las que están preñadas, y se deja mensaje a las que no
lo están. También hay incentivo para los mayores, menores, adolescentes, estudiantes,
desempleados, arrimados, promiscuos, delincuentes…todos tienen su tajada,
siempre y cuando presenten el carnet de la patria.
La inclusión social es
partidista, pareciera que el régimen ha creado la sociedad secreta, y desde
allí implementa la posibilidad de los núcleos de apoyo del resto de las
personas, basándose en la oferta populista del regalo de dinero para atraer a
su presa y posteriormente condenarlos a bajar la cabeza. Tal vez si alguno
decide posteriormente abandonar tales predios, pudiera ser perseguido, apresado
y enjuiciado por la policía secreta, que lejos no está de hacerla realidad.
La elite creada por los
revolucionarios siglo XXI la iniciaron por sus propias familias, quienes de no
tener nada, de la noche a la mañana lo tienen todo y a granel, tanto en lo económico
como en la estructura del poder con mando real, y para evitar labor contralora,
dejaron ciertas migajas para complacer actores a quienes le dieron
responsabilidades administrativas y obtener de ellos el silencio y la impunidad.
Al final del camino todos empujan a favor de la exclusión, y ya no es por el
color de la piel.
El carnet de la patria
da para todo. Se crean alianzas con grupos irregulares quienes se reparten y
controlan territorios, ya no solo en la frontera, sino en cualquier espacio de
la geografía nacional. En las comunidades y núcleos familiares se convive con
ellos sin percatarse de eso. El tema de contrabando y de especulación es reforzada
por el régimen, necesita quebrar el bolsillo de las personas para obligarlas a
entrar en su revolución. Es parte del circo para luego negar el pan.
Los profesionales del
periodismo reciben el desprecio de quienes se hacen llamar revolucionarios. Les
niegan la información y pretenden desalojarlos de los espacios donde
supuestamente se produce la noticia. Igual sucede con el resto de
profesionales, los llaman apátridas, representantes de la derecha, porque se
resisten a arrodillarse, a escribir, anunciar y enseñar solo lo que al régimen
le parece. Son venezolanos que se niegan a dejar de ser ciudadanos. No cambian
su dignidad por la lisonja que ofrecen los socialistas siglo XXI. Presentan la
cédula de identidad, y no el carnet de la patria.
ARTURO
MOLINA
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