EL AGUIJÓN
ENTRE
LA GUERRA Y EL COMPARTIR
POR: ARTURO
MOLINA
@JARTUROMS1

La intención de llevar
a efecto la realización de elecciones forzadas el 30 de julio para imponer la
aberrante Asamblea Constituyente, ha generado protestas que tienen en
permanente ingobernabilidad al país. No hay rincón de Venezuela donde los
ciudadanos acepten la imposición del modelo colectivista pretendido por el
oficialismo (los resultados de la consulta popular del 16 de julio 2017 así lo
evidencian), y la opinión internacional ha rechazado tal atropello al texto
constitucional, e incluso, se pronuncian por el no reconocimiento de los
resultados de ese adefesio.
A la cadena de abusos a
los derechos de los ciudadanos por parte del régimen, se suma los más de 100
muertos registrados (ayer 28-07-17, asesinaron dos más en Táchira), cuyo delito
ha sido exigir respeto a la constitución y Leyes que de allí derivan, y que en
recuerdo a esos libertadores se han registrado sus nombres en el asfalto y
colocado cruces en pequeñas plazas, sin olvidar los 4848 arrestos por
protestar, de los cuales hay 1348 detenidos, 527 presentados ilegalmente a
tribunales militares, y 498 presos políticos, según datos aportados por Foro
Penal desde abril al 28 de julio 2017.
El régimen es responsables
directos de la guerra desatada en las calles de Venezuela, al implementar el
uso de paramilitares para asesinar ciudadanos disidentes. La situación se les
ha ido de las manos a tal extremo, que hasta funcionarios de la PNB y GNB hacen
uso de armas de fuego contra los manifestantes. Cada día son miles los que se
suman a las protestas. No hay miedo. Hay dignidad.
La inmoralidad del alto
gobierno los ha llevado estratégicamente a corromper el componente institucional
del país para hacerlos cómplices de sus fechorías, alcanzar el secuestro del
poder, el enriquecimiento ilícito con el saqueo al erario público (ya hay
sancionados internacionalmente por poseer cuentas millonarias en dólares, y que
tendrán que demostrar el origen de los mismos), y el empobrecimiento de los
ciudadanos, generando la confrontación política que mantiene la gente en vilo. El
oficialismo juega a la gallina (todo o nada), mientras la disidencia hace
resistencia para rescatar la democracia.
El odio y rencor
sembrado por las altas esferas del régimen ha conseguido resistencia en
personas educadas en valores morales, éticos y principios ciudadanos, que
abrigan la convivencia por encima de la diferencia, y que se traduce en la
tradición del venezolano de encontrarse, abrazarse y compartir el fervor y
unión familiar. Allí está la semilla del cambio por venir en la nueva
Venezuela. La representación de ese futuro se encuentra engalanado por millones
de núcleos familiares, ejemplo de ello los Oliveros-Méndez, Alcántara, Morales Gil,
Fermín-Álvarez, quienes hacen propia la enseñanza de acoger al visitante con el
calor, cariño y respeto de su propio hogar.
ARTURO
MOLINA
www.jarturomolina.blogspot.com