EL AGUIJÓN
¿MESIAS, PRIMITIVISMO, O PROPUESTAS?
POR: ARTURO MOLINA
La historia de los hombres en la lucha por el poder describe
a profundidad los acontecimientos que han dejado huella en su largo recorrido.
Los textos han servido para conocerla, en ocasiones con opiniones sesgadas,
tergiversadas para manipular los acontecimientos y acercarlos a sus creencias, pero
al final, son interpretaciones que debe asumir el lector y extraer sus propias
conclusiones. Lo cierto es que la lectura dibuja un mundo, y vivirlo es otra
cosa.
La experiencia económica, política y social vivida en la
actualidad venezolana, marcada por el hambre, miseria, corrupción, asesinatos,
expropiaciones, violación al estado de derecho, siembra de odio, rencor,
egoísmo, fue proyectada desde décadas atrás en películas referidas a otros
países, y el decir de los ciudadanos era, “triste por lo que están pasando en
ese país”, o “dios nos libre a los venezolanos de eso”, por decir lo menos.
Las expectativas de los ciudadanos han estado enmarcadas por
cambios, siempre buscando mejorar la calidad de vida. Han surgido desde el seno
de la denuncia hombres y mujeres para señalar los errores al régimen
establecido en el poder, y algunos han logrado penetrar en la sociedad
alcanzando la nominación a cargos de representación popular.
Los más carismáticos han avanzado en aspiraciones
presidenciales, unos lograron el podio, otros se quedaron en su aspiración. El
carisma se apodero del sentimiento de los ciudadanos, y se le dio la espalda a
las propuestas serias, responsables. Se abrazó el discurso descalificador y
populista. La carga de frustraciones, de desesperanza, atornilló al
carismático, y en algunos casos lo elevaron a mesías. Conferenciaban de la
necesidad de cambios y manipulaban a la sociedad con ese sentimiento.
El mesianismo se apoderó de los dirigentes, de sus partidos,
de los ciudadanos (del régimen y la oposición). La menguada Venezuela reclama
despertar ante el desbarajuste, pero su clase dirigente está concentrada en
hegemonizar y descalificar. Quienes ostentan el poder siguen destruyendo la
esperanza de la sociedad por mejorar, y quienes se erigen así mismo como únicos
representantes de la oposición no aceptan el surgimiento de factores distintos
y actúan en correspondencia, minimizando al contrario, señalándolo como
enemigo.
Los medios de comunicación han sido utilizados consciente e
inconscientemente para facilitar la polarización política y el establecimiento
hegemónico en el poder. El desespero por salir del actual régimen, enemigo del
sistema de libertades, lleva a consagrar a una élite para opacar a quienes
disienten de sus acciones. Se coacciona, se niega el debate y el reconocimiento
del contrario, e implantan la práctica de la intolerancia para fortalecer el
primitivismo en los asuntos políticos, con efectos negativos hacia la sociedad.
Ante la imposición e intolerancia de las cúpulas, se escucha
entre los ciudadanos, “eso no debería ser”, pero la macolla pretende callar la
crítica constructiva con el silencio cómplice. El apuro ciega y permite en
consecuencia que la conciencia ciudadana se diluya y termine en los brazos de
los flautistas de Harlem, todos llevados a un abismo, en perfecta fila india,
sin derecho a disentir, porque “este no es el momento”, hay que “morir de
rodillas”, para luego imponer un nuevo mesías, cargado de palabras huecas, con
las descalificaciones acostumbradas, altisonante, prepotente, jugando con la
moda y en correspondencia con la élite.
Los ciudadanos tienen en sus manos la responsabilidad de
decidir el destino del país, y elegir el 6 de diciembre 2015, entre MESÍAS,
PRIMITIVISMO, O PROPUESTAS.
TRINCHERA
TACHIRENSE: www.jarturomolina.blogspot.com