FALSAS
CELEBRACIONES DEL 23 DE ENERO
Por
Claudio Fermín
Comenzando el
año 1958 la protesta contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez fue general.
Los muertos, los desterrados y los presos los habían puesto Acción Democrática
y el Partido Comunista de Venezuela a lo largo de diez años. Pero el país, a
fuerza de golpes y frustraciones había tomado conciencia de la gravedad del
asunto. Otros partidos se sumaron a presionar y reclamar por la Democracia. Y
al final, los políticos ya no estaban solos en esa lucha.
La Nación toda
alzó su voz y se movilizó contra los intentos continuistas de los violadores de
los Derechos Humanos. Los estudiantes fueron a la calle. Los militares se
alzaron. El Colegio de Ingenieros, la Asociación de Periodistas, la Iglesia,
las federaciones obreras y los empresarios, se unieron en un solo hombre para
derrocar al dictador. El 23 de enero Pérez Jiménez huía, echado por un pueblo
que lo repudiaba.
Quedaba así
depuesto un régimen que mantuvo campos de concentración, que reprimió
inclementemente al pueblo, que hizo de la tortura su marca de identidad, que
asesinó dirigentes sindicales, agrarios y políticos que reclamaban democracia.
Que instauró un sistema sanguinario.
Son falsos los
torturadores de hoy, los encubridores y promotores de asesinos de estudiantes y
de manifestantes quienes marchan por las calles celebrando el 23 de enero.
Esa jornada de
1958 fue contra verdugos como ellos.
La chispa final
fue la convocatoria de un plebiscito que tuvo lugar el 15 de diciembre de 1957.
Una vulgar maniobra de Pérez Jiménez para reelegirse. Eliminó de un plumazo las
elecciones que debían efectuarse para esa fecha y se declaró ganador. Sobre esa
trampa electoral que repetía violaciones a la Constitución, usurpación de
funciones, alteración de resultados y engaños a los electores, como había
ocurrido en 1952, el dictador blindaba su poder.
Son falsos
también quienes hoy elogian el 23 de enero de 1958 y no son más que
delincuentes electorales, tracaleros que amañan registros de electores, hacen
del voto asistido un mecanismo de coerción, otorgan miles de miles de cédulas
de identidad a extranjeros para disponer de un electorado cautivo, dirigido y
controlado por el partido de gobierno. Es un engaño que quienes han hecho de la
trampa en las elecciones su código de viveza y mantienen un sistema
institucionalizado de ventajismo en el Consejo Nacional Electoral pretendan
mostrarse como admiradores de una fecha cuyo origen es la protesta contra un
fraude electoral.
La rosca
militar depuesta no se quedó tranquila en 1958. Estaban perdiendo el poder. Se
levantaron, con el general Jesús María Castro León a la cabeza, contra la Junta
de Gobierno presidida por Wolfgang Larrazábal reclamando la eliminación de
Acción Democrática y del Partido Comunista. Exigían instaurar la censura previa
y un gobierno tutelado por las Fuerzas Armadas. En fin, querían el regreso a la
dictadura.
Después,
instalado el gobierno electo por el pueblo, se alzaron Castro León y Moncada
Vidal en la frontera con Colombia. Ese mismo año terroristas internacionales atentaron
contra la vida del presidente Betancourt. Se sublevó Edito Ramírez desde la
Academia Militar en febrero de 1961 y el 25 de junio de ese año grupos
militares se alzaronen Barcelona. Todos empeñados en desconocer la voluntad del
pueblo.
Año luctuoso el
de 1962. Causaron más de 500 muertos y 1000 heridos en
los alzamientos dirigidos por Molina Villegas, Vegas Castejón y Fleming Mendoza
enCarúpano y por Ponte Rodríguez, Medina Silva y Víctor Hugo Morales en Puerto
Cabello. Insistían en otro modelo de dictadura militar, reconstruir el oscuro
mundo de privilegios a su favor,asociados con intereses extranjeros.
Es de farsantes
que los personajes más conspicuos del militarismo que desgobierna a Venezuela
desde hace dieciséis años estén al frente de los actos de celebración del 23 de
enero. Ese fue un movimiento que construyó un gran frente democrático para
impedir el regreso del militarismo, de gente como ellos.
El espíritu
unitario que sirvió para derrocar la dictadura fue el hilo que cosió las
costuras de partidos políticos antes enfrentados y los unió en defensa de la
Democracia. Betancourt logró algo inédito: los perdedores gobernarían junto al
ganador de las elecciones de 1958 y los demócratas se unirían para recuperar el
país. Eso fue el Pacto de Puntofijo: un compromiso colectivo por hacer respetar
los resultados electorales, por gobernar conjuntamente alrededor de un programa
previamente acordado.
Empresarios y
trabajadores fueron llamados por el gobierno para integrar directivas de
empresas del Estado y de institutos públicos. Se dio inicio a la cultura de la
tripartita. Fue un gobierno de inclusión.
También por eso
es una grosera simulación que el militarismo de hoy, sectario y arbitrario,
excluyente y promotor del odio entre trabajadores y empresarios, ande
pavoneándose por las calles celebrando el 23 de enero, cuando esa jornada de
1958 fue una de amplitud, de cooperación y de fraternidad, no de discriminación
y de exclusión como “la lista de Tascón”, los cierres de empresas, las
invasiones y expropiaciones selectivas, la promoción del odio social y del
partido único en desmedro del legítimo derecho a la participación política de
todos los venezolanos.
El 23 de enero
de 1958 fue una jornada de la democracia contra el militarismo. Fue el triunfo
de la amplitud de los partidos políticos, en transparente muestra de civilismo,
contra el espíritu sectario de quienes hacían de dueños del poder. Fue un
momento de ejemplar convivencia y solidaridad entre empresarios y obreros para
acordarse en estrategias y acciones de crecimiento de la economía. Fue el
inicio del consenso como método en la toma de decisiones públicas.
El 23 de enero
estuvo sustentado en premisas filosóficas y éticas diametralmente opuestas a
las que han servido de fundamento a los gobiernos de Chávez y Maduro. Por más
que intenten falsificar la historia y hacer política a punta de propaganda y
lavado de cerebros, lucen como intrusos en una celebración que siempre será una
bandera contra el militarismo, la corrupción, la violación de los derechos
humanos y el espíritu sectario en la política.
claudioefm@gmail.com