EL AGUIJÓN
EL VOTO: ARMA IRRENUNCIABLE PARA EL CAMBIO
Por: Arturo Molina
Los
venezolanos viven en la incertidumbre y la desconfianza. Quienes ostentan el
poder se aferran a estrategias en pro de perpetuar su dominio, negando la
alternancia a todo evento posible. Generan desánimo en los ciudadanos para
alejarlos de las urnas electorales, porque saben de la potencia que representa
el voto, de su efectividad, y apuntan a perfeccionar su narrativa para dar paso
al llamado a la abstención. Hay quienes la promueven como una estrategia, pero
la historia ha demostrado que, por muy difícil que sea la batalla, el triunfo se
alcanza con la constancia, y la misma es posible empoderando a las personas a
través del ejercicio democrático. El instrumento para alcanzar el propósito es
el voto, porque, lejos de ser una simple formalidad, ha sido la clave para
desenmascarar a quienes buscan confiscarlo, de uno y otro lado.
La
abstención se ha convertido con el tiempo en una trampa que beneficia al gobierno
de turno. Sucedió en el año 2005. Se le entregó todo el poder al gobernante en
ejercicio, y de allí surgieron leyes que hoy hacen mucho daño al sistema de
libertades, a los ciudadanos y sus instituciones. No hubo deslegitimación. Las
promesas de entonces siguen sin respuesta en el presente. El año 2010 se
batalló, no fue nada fácil, pero se alcanzó una buena representación en la
Asamblea Nacional, y desde allí se generó el debate, hubo la posibilidad de la
propuesta y marcar con respeto la diferencia. Sucedieron eventos que no vale la
pena destacar, pero fue con la participación y a través del voto que se abrió la
puerta para seguir creciendo en el terreno de la sociedad democrática. En el año
2015 se alcanzaron las tres cuartas partes de la Asamblea Nacional. Fue la
fuerza de la participación y el voto como arma, la que dio piso y esperanza al
cambio de sistema. La historia se encargará de señalar la torpeza o no de la
estrategia a la que se apostó posteriormente. Lo acontecido el 28 de julio de
2024 está allí, las dudas surgen a granel, los bandos altamente polarizados no
terminan de convencer a la sociedad. No se trata de pasar la página, se trata
de evitar que pasen la página. Eso es otra cosa.
Lo
anterior detalla que cuando los ciudadanos renuncian a su derecho al voto, a
elegir, entregan el destino del país a una minoría que acudirá a las urnas para
consolidar el statu quo que perjudica a la mayoría. Pero cuando lo asumen con
convicción, cambia el blanco y negro de la película por el de los matices y la
diversidad de colores. La polarización ha hecho daño a los partidos políticos
minoritarios, y una buena cantidad de dirigentes que han lanzado propuestas
diversas, sin ser escuchadas, se han quedado en el aparato. Tal vez la
estrategia puesta en práctica no ha sido la mejor. Pero ignorar la historia
deja lecciones difíciles de subsanar en el tiempo, aun cuando el tiempo todo lo
cura. La descalificación ha entrado en el terreno de juego porque el nivel del
debate es bajo, al punto de que en los mismos lo menos que se hace es política.
En ese escenario se pierde el interés de los ciudadanos y se abre espacio a los
aspirantes que no representan el beneficio colectivo.
Es
fundamental comprender que, aun en las condiciones más adversas, la
participación sigue siendo el camino. No se pueden seguir de error en error,
siempre con una disculpa de los labios hacia afuera. Organización y
consolidación de estrategias inteligentes son la base para alcanzar el éxito.
La democracia no es un ideal abstracto, es un proceso que exige preparación y
compromiso. Las batallas políticas tienen episodios distintos. De mayorías a minorías,
y de minorías a mayorías. Esa es la dinámica. Educar, formar a las personas
para que respeten la voluntad de los ciudadanos, es tarea de todos. Hacer del
voto una herramienta efectiva para la transformación solo es posible
participando.
Arturo Molina
@jarturomolina1
www.trincheratachirense.blogspot.com
jarturomolina@gmail.com