¿CONTRA QUIÉN SE LUCHA?

 

EL AGUIJÓN

¿CONTRA QUIÉN SE LUCHA?

Por: Arturo Molina

La incertidumbre y polarización política que se registra en Venezuela obliga a expresar a los actores políticos su postura sobre las realidades presentes de forma transparente y respetuosa. El análisis y la reflexión son un ejercicio que despierta reacciones de aprobación o desaprobación por parte de los ciudadanos. Esa es la aceptación de la diversidad, en el marco del sistema de libertades, en el entendido que no es viable el pensamiento único, y que el debate público de las ideas enriquece el contenido para la toma de decisiones. Sumar voluntades no significa colocar una daga en el cuello al que piensa diferente. Eso es más de lo mismo. Las críticas son necesarias, pero el pulso con el que se realizan también debe ser revisado.

No es hablar de democracia, es entenderla y asumirla como un sistema donde el disenso es natural y necesario. ¿De qué sirve decir que se es demócrata si en la acción se es un tirano? No se trata de descalificar ni de etiquetar a quienes piensan distinto, sino de construir un diálogo en el que prime el interés común: la recuperación de la institucionalidad en Venezuela. Subrayo que la historia reciente ha demostrado que la abstención no ha sido un método efectivo para desmontar un aparato autoritario. Los resultados están a la vista de todos. Desde esa perspectiva, asistir a expresar la voluntad ciudadana ante las urnas electorales no es una muestra de ingenuidad, ni validación del régimen político imperante, sino una estrategia para dejar constancia de la voluntad popular y seguir visibilizando los intentos de manipulación. Una cosa distinta es que los aspirantes que se presenten carezcan de propuestas serias, o gocen del reconocimiento de los electores, y con ello se genere la desmotivación a la participación. Pero esa decisión es muy particular.

Se entiende el escepticismo y la frustración que hace mella en las personas por la falta de garantías electorales, sin excepción. En ese camino la historia también ha registrado que los cambios políticos no se generan de forma instantánea. Es la suma de varios eventos lo que abulta el expediente, y deben mantenerse dentro del marco de la Constitución de la República. Todo eso es posible con el uso inteligente de todas las herramientas disponibles. Desmovilizar a los ciudadanos es blindar al régimen en ejercicio de funciones. En ese orden, la participación electoral, aun en condiciones adversas, es una de esas herramientas.

Aceptar el debate con altura política, la diversidad de ideas, opiniones, argumentos, y reconocer los errores acerca a las partes que buscan el cambio de sistema de gobierno. Demostrado está que no hay mayor fortaleza que la unidad en la diversidad, ni mayor debilidad que la fragmentación entre quienes dicen apostar por el bienestar de la sociedad. La lucha no es entre quienes llaman a participar y los que hacen lo contrario, es contra un sistema que ha venido cerrando con acciones como la censura y autocensura los caminos de la libre expresión ciudadana. Hay que seguir debatiendo, conversando, para construir democracia. El futuro de Venezuela no puede estar marcado por la desmovilización, sino por la firmeza de la mayoría de ciudadanos que, pese a las adversidades, sigue apostando por el cambio.

Arturo Molina

@jarturomolina1

www.trincheratachirense.blogspot.com

jarturomolina@gmail.com

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