EL AGUIJÓN
LA
COMPASIÓN PERDIDA.
Por: Arturo Molina
Es imposible dejar de notar la
presencia de animales que se encuentran en situación de abandono en las vías públicas
de ciudades y pueblos, específicamente de gatos y perros. Esos que alguna vez
formaron parte de un hogar deambulan sin rumbo, expuestos al hambre, las
enfermedades y el maltrato de seres inconscientes e irresponsables. Algunos se
ven con la mirada triste, tal vez por sentirse traicionados por quienes
confiaron; otros escasamente alcanzan a mantenerse parados en sus cuatro patas,
consumidos por el tiempo y la indiferencia humana.
Dejar abandonados a los
animales, cuando están viejitos, enfermos e incluso, estando con buena salud, es
un acto de crueldad y un reflejo de una sociedad que se encuentra extraviada,
relegando la empatía a un plano superficial. Ellos, seres vivos, lo que regalan
es amor incondicional a través de su compañía y lealtad. No saben de odio,
menos de exclusiones porque solo existen para ayudar. Que se les aparte como
objetos es una práctica que culturalmente está arraigada en los que afloran la
prepotencia y la arrogancia como estandarte. Son esos anfitriones del usar y
luego desechar. Cuando servía para cuidar la casa, era perfecto; al no poder
hacerlo, hay que tirarlo a la calle.
Lo lamentable es que esa
actitud de algunos inescrupulosos trasciende a los animales, y se convierte en
un espejo al ver como se trata a los más vulnerables en la sociedad. Ancianos
son depositados (como cualquier basura), en centros geriátricos, o dejados en
la calle, relegados al olvido por sus propios seres queridos. El respeto y
cuidado que se merecen es asumido por extraños, porque ellos son vistos como
una carga, generándoles daño emocional, y muchos atentan contra sus propias
vidas al ver y vivir tal despropósito. La pregunta es ¿cómo se llegó hasta ese
extremo? ¿Dónde están los responsables de tales resultados? ¿Acaso lo inmediato
y lo fácil se anteponen al compromiso y la gratitud?
La reflexión debe ser un
nutriente en las personas para comprender la responsabilidad que asumen al
adoptar un animal. No se trata de hacer una payasada, para tomarse la foto
delante de los asistentes y posteriormente le da igual en las condiciones en
que se encuentra el adoptado. Eso también va para quienes adoptan niños, o
deciden resguardar a sus parientes. La atención médica y los cuidados son
iguales para los animales y las personas, sin eso se deteriora la salud. Los
animales son las mascotas, ellos viven felices porque se les considera parte de
la manada. La pregunta es ¿A cuál manada pertenecen esas personas que actúan de
forma irresponsable? El día y la noche van y vienen, en algún momento se
necesita del otro, entonces ¿por qué patear cuando se puede sumar? La solución
está en fomentar valores a través de la educación.
Los gobernantes no pueden
lavarse las manos ante lo que acontece. Se hace necesario la creación de
refugios adecuados para animales abandonados, donde puedan recibir la atención
gratuita en áreas de la medicina, esterilización y la alimentación que se
merecen, al igual que se deben fortalecer los sistemas de protección social
para las personas más vulnerables, garantizándoles una vida digna. En
oportunidades es importante pensar en: ¿Cuál legado se quiere dejar?
Arturo Molina
@jarturomolina1
www.trincheratachirense.blogspot.com
jarturomolina@gmail.com