EL AGUIJÓN
¿DESTITUYEN ALCALDE?
POR: ARTURO MOLINA
El
gobierno nacional utiliza estrategias diversas para distraer la opinión
pública, y los resultados son inmediatos. La sustitución del salario por bonos,
a una semana de hacer el anuncio soterrado, porque lo vienen aplicando desde
años atrás, pierde fuerza al hacer pública la noticia de la destitución de
alcalde. Hicieron lo propio con la cola que se generó en la trama de corrupción
en la industria petrolera. El ensamblaje viene con paquete publicitario hecho a
la medida. Cualquier argumento es bueno, y así lo desarrollan.
No
importa si se violenta el debido proceso, y menos las causas que esgrimen para
aplicar ilegalmente la destitución del cargo. Si al personaje le dio por
promocionar prenda de vestir intima de las mujeres, colocándola en la boca, o
se burló de enfermedad que padecen algunas personas (acción que el gobierno
sabe es rechazada por los ciudadanos), las utiliza para cumplir su ilegal
procedimiento, con la finalidad de obtener apoyo social, y tener algo para abultar
el expediente. No tiene que ver con actos administrativos del cargo que
ostenta. Y adicional a eso, se le captura y es llevado a prisión.
El
nombramiento del sustituto lo hacen de forma inmediata, y prevalece la coacción
para imponer al nuevo burgomaestre. Encierran a los concejales, y por arte del
convencimiento forzado, aparece el nombramiento del sustituto, violentando la
normativa legal establecida. Si se asume el respeto por el Estado de Derecho,
ese señor debe ser restituido en el cargo. De existir algo en la conducta
inapropiada de ese señor, entonces debe activarse la denuncia ante el órgano jurisdiccional
correspondiente, y desde allí proceder según lo establecido en la Ley. Pero en
suelo venezolano, se ha hecho apropiado aplicar la Ley, según el capricho que
inspira a alguien en particular, al ostentar algún cargo de poder. Los excesos
pueden generar fisuras en el seno de la población que reside en el municipio
que representa el alcalde ilegalmente destituido. Tal vez si llegara a surgir
la protesta de esa comunidad, pretendan aplacarla con las bayonetas, gases lacrimógenos
y las ballenas de agua (agua que le hace falta a muchas comunidades).
Mientras
el pase de factura sigue su curso, los ciudadanos aún no terminan de entender
que está pasando con el salario; la devaluación de la moneda; la especulación;
el decaimiento progresivo de la calidad en la prestación de los servicios
públicos, y el incremento desproporcionado del pago por ese deficiente
servicio. Las repuestas a esas inquietudes siguen siendo la de correr la arruga
bajo argumentos desconsiderados hacia los ciudadanos. Nada de lo que está
ocurriendo está bien. Ahora la película se llama ¿destituyen al alcalde?, esperar
para ver que otra descarada publicidad se presenta mañana, para seguir tapando la
torta que representan los revolucionarios del siglo XXI en la administración de
lo público.
ARTURO MOLINA
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