EL AGUIJÓN
EL ESPEJISMO
POR: ARTURO MOLINA
Los
ciudadanos venezolanos, guiados por los llamados revolucionarios del siglo XXI,
conocieron el significado de la escases. Han vivido en carne propia el hambre,
y el infortunio de recibir ingresos salariales que no les permite atender el
sostenimiento en sus hogares. Escuchan permanentemente los acosos publicitarios
que el régimen envía en las redes sociales, con el propósito de desviar la
atención de los padecimientos socio económicos, que profundizan en cada acción
que emprenden, hasta alcanzar la sumisión de los ciudadanos. La tristeza se
apodera de la mente de las personas, quienes toman decisiones que terminan
siendo burladas por el oficialismo.
La
crisis ha sido generalizada en el país, y el sistema de salud no escapa a la
misma. La deficiencia en atención y equipamiento en hospitales, ambulatorios o
los llamados Centros de Diagnóstico Integral (CDI), se han convertido en un
grave problema para la atención primaria de las personas, quienes, al ir en
busca de ayuda, para la atención médica en servicios vitales y necesarios como
el medir la tensión, las respuestas que reciben es que ni tensiómetro tienen. Dificultad
que se refleja por la falta de inversión en el sistema de salud por parte del gobierno,
que ha promovido y callado por largos años la corrupción que se ha desatado de
forma escalofriante en las instituciones públicas, registrando antecedente
negativo para la gestión gubernamental, cuando se habla del manejo de los fondos
públicos.
La
malversación ha sido premiada con la impunidad, desmejorando considerablemente
la atención primaria en los centros de salud, lugares a los que los familiares
de los pacientes deben llevar absolutamente todo para ser atendidos. Algunos de
los medicamentos solicitados, tienen que buscarlos fuera del país, porque no
los hay en Venezuela, generando conflictos familiares por la falta de recursos
económicos, quienes terminan solicitando la solidaridad de vecinos y conocidos
para sufragar los gastos. La diáspora ha golpeado los centros de salud, ya que
el personal médico capacitado se ha marchado del país, y el existente es
insuficiente para la atención requerida. En áreas tan delicadas como la salud y
educación, el gobierno esgrime subsanar las vacantes, con la llamada chamba juvenil.
La
calidad de vida se ve así golpeada para los ciudadanos venezolanos, y el
aumento del índice de mortalidad es arrinconado por el régimen para evitar
aflore la información a la opinión pública. Las deficiencias en salud y
educación deben ser abordas con la responsabilidad que requiere la situación planteada.
El oficialismo no puede seguir dando la espalda a tan delicada situación. El
derecho a la vida y atención adecuada a las personas, son obligaciones de los
gobernantes. Los revolucionarios del siglo XXI pretenden que los vecinos les
aprueben su espejismo, aún viviendo en la realidad de la miseria que impone su anacrónica
ideología.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
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