EL AGUIJÓN
LA PELÍCULA Y SU FINAL
POR: ARTURO MOLINA
La risa simulada mostrada por Nicolás en las cámaras de TV
ante los episodios registrados en la frontera tachirense desde hace años, e
incrementados por la actual gerencia gubernamental, es la muestra del
nerviosismo y desespero al saber que el rodaje de la película revolucionaria
está llegando a su final.
Hombres y mujeres desalentados por el incumplimiento y abuso
permanente de los funcionarios gubernamentales ante los reclamos de los
ciudadanos por la ausencia de políticas responsables para atender las
necesidades presentes, han decidido dar la espalda al cacareo revolucionario,
devenido en corrupción y odio.
Los llamados revolucionarios en tiempos de amplio apoyo de
los ciudadanos y en estrategia “electorera” crearon comisión para cedular a miles
de extranjeros. Muchos se habían ganado ese derecho por su permanencia en el
país y su buena conducta. Otros gozaron del beneficio sin cumplir con lo
establecido en la Constitución Nacional, y fueron utilizados para que
sufragaran por el finado presidente.
No les importo el país, al contrario facilitaron la entrada
de grupos irregulares al territorio nacional (guerrilleros y paramilitares) y
los protegieron, llegando a la desfachatez de realizar acto en la plaza de
toros de San Cristóbal, en tiempos del gobernador Blanco La Cruz, para anunciar
el otorgamiento de nacionalidad venezolana a quince mil ciudadanos extranjeros,
y que a partir de ese momento gozaban de las prerrogativas establecidas en la
Constitución como ciudadanos venezolanos.
Las invasiones se promovieron a gran velocidad y contaron con
el auspicio del régimen y el apoyo de las autoridades regionales y locales
adscritas al oficialismo para incrementar su caudal de apoyo electoral. Le
dieron nombre a los ahora nacientes barrios, y a duras penas consolidaron
algunos de ellos, otros los dejaron cual potrero para pastorear ganado. A tal
magnitud llegó el crecimiento poblacional en la frontera y sus alrededores, que
la producción de caña de azúcar en Ureña, decayó a niveles de la casi desaparición,
para dar paso a los ranchos, y eso fue aplaudido por el régimen y sus secuaces.
La demanda de alimentos y productos de toda naturaleza ahora muestra
la cara real ante la equivocada política económica que durante catorce años ha
impuesto el régimen, quienes desde su óptica ideológica se han dedicado a
destruir el aparato productivo nacional y el valor del bolívar, sustentados en
estrategias manipuladoras para obtener apoyo de los sumisos, quienes aplaudían la
estupidez como un acierto, sin percatarse de la verdadera intención de esa clase
de dirigentes.
La proliferación de las mafias se acrecentó en zona de
frontera. Mientras se mantuvo la importación de productos a gran escala para abastecer
a los ciudadanos, no se veía la costura, pero al caer el ingreso de dólares a
las arcas nacionales, y el robo de miles de millones del billete verde por
actores comprometidos con el alto gobierno, la misma salió a flote, y lo ya
anunciado por conocedores en la materia económica y lo que recoge la historia, se
hace evidente a los ojos de sumisos y no sumisos, para generar el nerviosismo
gubernamental y la implantación del “estado de excepción” como estrategia del
oficialismo para atemorizar y crear conflicto con Colombia, apelando al falso
nacionalismo, buscando activar la suspensión de elecciones a la Asamblea
Nacional.
El legado de la revolución hace metástasis y con ello se
lleva a hombres y mujeres quienes pretendiendo la vía fácil para el enriquecimiento,
dejaron a un lado valores morales y éticos, para entrar en el terreno del estiércol
y el fango. El quiebre institucional fue planificado por el régimen, lo alcanzaron
en un tercio, porque en las fuerzas armadas y organismos públicos la mayoría
respetan el honor a su divisa y cumplen cabalmente sus obligaciones.
La película del régimen “revolucionario” está llegando a su
final, y aún suspendiendo las elecciones a la Asamblea Nacional del venidero
seis de diciembre, sus días están contados. Los ciudadanos viven el momento, y
con lágrimas en los ojos observan las humillaciones y vejaciones a las que han
sido sometidos por el oficialismo. El estado de excepción es el principio del
fin.
TRINCHERA
TACHIRENSE: www.jarturomolina.blogspot.com