Prioridades
de Maduro
Por
Claudio Fermín
Los anaqueles
siguen vacíos. Casi nada se consigue en los mercados. Las farmacias sin
medicinas. Los talleres mecánicos no saben qué decirle a sus clientes porque
tampoco hay repuestos. La matazón se multiplica y manda el malandraje. Así es
la vida en Venezuela.
Pero nada de
eso está en la agenda diaria del gobierno. Desde hace semanas toda la
concentración de Maduro, los ministros y otros altos funcionarios, como también
los distintos comandos militares, estuvo puesta en la recolección de firmas
para protestar a Obama.
A los jerarcas
del oficialismo se les fue la vida en buscar esas firmas. Cada funcionario
muestra con orgullo las rúbricas que en su oficina se consignaron. Cada uno
quiere superar al otro y demostrar su capacidad de convocatoria. Se toman
fotos, hacen ruedas de prensa, festejan sus éxitos como firmantes.
Transmitieron
en esas faenas una mística especial, esa que ni por asomo se ha notado en el
combate a la violencia y a la inseguridad. Si le hubiesen dedicado un
entusiasmo parecido a buscar soluciones a la crisis de los servicios públicos,
nuestras ciudades no estarían a oscuras ni repletas de basura.
Los peces
gordos sancionados por un decreto del Presidente de los Estados Unidos de
América tienen altísima influencia sobre Maduro. Mandan de verdad. El gobierno
sólo se ha dedicado desde hace unas semanas a desviar el debate para que la
gente olvide que fueron gravísimas violaciones a los Derechos Humanos y oscuros
hechos de corrupción lo que causó el decreto de Obama.
Ninguna
atención presta Maduro al problema del Esequibo. Abandonaron por completo
nuestra justa reclamación del territorio que nos fuera arrebatado por los
ingleses.
No presenta el
gobierno solución alguna al desabastecimiento que trastorna a la familia
venezolana. Las bandas parecen tener más armamento que la policía y el plan
desarme ha sido una burla más.
Se han
dilapidado millones de dólares en centenares de boletos aéreos, reservaciones
de hoteles, viáticos y demás prebendas, para que activistas del PSUV y
burócratas de todos los rangos se mudaran por unos días a Panamá a hacer bulla
y rodear a Maduro de un liderazgo popular que sólo existe en el libreto de ese
montaje hecho con los dineros públicos.
Se ha gastado
una millonada en contratación de artistas, cuñas de
televisión y de radio para presentar a Maduro como un gigante que pone a Obama
en dificultades.
Todo es un
disparate: se deleitan en empeorar las relaciones con el país que paga el
petróleo puntualmente y a precio de mercado, mientras se hacen los locos con la
ocupación de nuestro territorio por Guyana.
En vez de haber
usado la Cumbre diplomática de Panamá para garantizarle mercado a nuestros
productores y cobrar las multimillonarias deudas que muchos de los países asistentes
al evento tienen con Venezuela, todo el esfuerzo se puso en pelearse con el que
debería ser un gran socio comercial de nuestro país.
Esos
sancionados por pisotear los Derechos Humanos de verdad tienen poder. Ni las
presiones de un país tan poderoso como los Estados Unidos de América les hicieron
mella. No ha habido manera de que aquí se les abra una investigación. Por lo
contrario, se les designó como ministros, viceministros y comisionados del
presidente de la República.
Si de algo ha
servido esta circunstancia es para que los venezolanos tengamos claro que la
prioridad de Maduro es defender y proteger a esos grupos. Ocuparse de los
problemas de las mayorías no está en su lista de asuntos pendientes.