EL AGUIJÓN
UN FARO DE LUZ, ANTE LA OSURIDAD QUE REINA
POR: ARTURO MOLINA
El triunfo de la selección venezolana de fútbol sala
en el campeonato mundial 2024 sobre la de España, y que le permitió clasificar
para los cuartos de final, deja un grato sabor en la hinchada. No es solo un laurel
deportivo, es un grito de esperanza y un llamado al país sin distingo alguno, a
vivir el momento de alegría y orgullo por lo alto en que dejan esos jóvenes los
colores de nuestra bandera nacional. Observar su entrega en la cancha,
superando cualquier obstáculo y a adversarios de mayor experiencia,
respetándolos, pero nunca claudicando, destaca el camino de la constancia, la
disciplina y el trabajo en equipo que les permitió avanzar en el propósito
planificado. Desde esa perspectiva, los deportistas, muestran una vez más, que
no hay imposibles cuando reina la voluntad por alcanzar el éxito.
Ese grito de ganamos, se hizo el milagro, ya somos
cuartos, no tuvo connotación política partidista, religiosa, ni de vanidad. Esa
fue la expresión de una sociedad unida que vibró con sentimiento esa
clasificación. La Vinotinto en todos sus niveles y modalidades se ha convertido
en un símbolo de unión para los venezolanos. Los muchachos luchan por hacer
sonar el himno nacional en el pódium. Un ejemplo que horas después tratan de
obviar algunos y aprovecharse otros. El mensaje es claro: trabajar en equipo
con responsabilidad y compromiso, genera buenos resultados. El futuro de la
nación está bien representado por esos jóvenes. Hacer del país un espacio de
tranquilidad, apostando a la prosperidad y la calidad de vida en la sana
convivencia ciudadana, es producir felicidad.
Los lideres políticos y gobernantes tienen mucho que
aprender de esos ejemplos. Pasar la página evitando la revisión, es seguir
corriendo la arruga para sacudirse la responsabilidad. Así como se gana y se
evalúan los acontecimientos, también es pertinente escuchar y valorar los
hechos cuando se pierde. En el deporte cuando un director técnico no logra
hacer flotar el equipo, y todo deviene en derrota, tras derrota, lo único que
le resta a la directiva es sustituirlo, y en el mejor de los casos, aceptar la
renuncia. De no producirse esa decisión, entonces los que deben dejar los
cargos son los directivos. No es distinto en la gestión gubernamental.
Ver lágrimas en el rostro de un deportista cuando
sufre una lesión, es entender el nivel del compromiso que él tiene para con lo
que representa. Toda acción dirigida a buscar mejorar las cosas, es una
inversión. Atender la educación, salud y salarios de los funcionarios, no es dar
una dádiva, es una obligación por parte de los gobiernos de turno. Distinguir a
un docente convertido en mendigo, es percibir la pésima gestión gubernamental.
Apostar por el país, es competir como lo hacen los jóvenes de todos los niveles
y disciplinas deportivas que portan en sus cuerpos y corazones los colores de
la Vinotinto. Ellos son un faro de luz, ante la oscuridad que reina.
ARTURO
MOLINA
@jarturomolina1
www.trincheratachirense.blogspot.com
jarturomolina@gmail.com