EL AGUIJÓN
AMANECÍ REPOTENCIADO
POR: ARTURO MOLINA
Lo demostrado por la selección nacional de fútbol de
Venezuela, en la Copa América, no es de extrañar. Son años mostrando un proceso
de transformación en la calidad del balompié. Los jugadores se han compenetrado
con la idea de crecer futbolísticamente y como persona, para que su desempeño
sea integral. Alejados del daño que implica la arrogancia y prepotencia, vienen
dando ejemplo de generación en generación. Pisan la tierra con firmeza, y no se
dejan levantar por globos cargados de cianuro. Entienden que representan a un
país que necesita del aire fresco para renovar la esperanza. Son atrevidos, con
acierto, porque impulsaron el sueño en los venezolanos de que la fórmula están
en creer y sentir con orgullo los colores patrios. La disciplina la demuestran
en el terreno de juego, y por encima de las individualidades, el compromiso es
colectivo.
La innovación está presente en todos quienes conforman
la estructura del balompié nacional. Desde las categorías menores hasta los
mayores se trabaja con proyecto y planificación estratégica de envergadura. Así
debe hacerse en las demás disciplinas deportivas. Sin tintes políticos
partidistas, respetando la decisión de cada quien, pero arropando los cuerpos
con la bandera que nos simboliza. La @selevinotinto en cada presentación deja
enseñanza que algunos pretenden no considerar. Muchas cosas aún por mejorar,
pero con el sentido de la responsabilidad por delante, todo se puede alcanzar.
Los gobernantes deberían aprender del ejemplo que impulsan los deportistas en
las distintas disciplinas en que nos representan. El entendimiento que se
muestra en la cancha es por el respeto que se tiene al juego colectivo. Cuando
hay algún desacierto, no es el grito, la persecución, el odio el que se escucha.
Lo que se ve es la expresión: tranquilo, debemos mejorar. Por encima de todo
son seres humanos, y como tal, también se equivocan.
Canciones y expresiones surgen y enaltecen la estima
del venezolano. La sonrisa en el rostro de las personas, de todas las edades y
sexo, se dibujan con fe para aupar a los deportistas, músicos, artistas,
directores, pintores, intelectuales en cualquiera que sea su presentación.
Venezuela tiene renombre internacional, desde los libertadores, hasta las
nuevas generaciones. Ver lágrimas en el rostro de los venezolanos que se
encuentran establecidos en otros países al momento de oír las notas del himno
nacional, o de observar como en una plaza deportiva ubicada en otra latitud se
escuchan esas notas como si lo estuvieran haciendo en su casa, es simplemente
sentirse orgulloso. Es el sentido de pertenencia que han sembrado quienes en
forma asertiva y respetuosa se desempeñan a fondo para que el país ocupe el
sitial de honor que se merece. A ellos hay
que dar las gracias, y hacerles saber que no están solos. Cada sudor, cada
sacrificio, cada esfuerzo, lo hacemos también desde nuestros hogares. Se suda,
y se llora; se aplaude y se sonríe.
Venezuela está soñando en grande, y hoy amanecí repotenciado,
saben ¿por qué?: porque Mano, tengo fe.
Arturo
Molina
@jarturomolina1
www.trincheratachirense.blogspot.com
jarturomolina@gmail.com