EL AGUIJÓN
EL RESPETO POR LAS OPINIONES AJENAS
POR: ARTURO MOLINA
Vivimos
en una sociedad sometida a cambios bruscos. En la misma, cada persona adquiere
sus propias experiencias y da valor a sus conocimientos, permitiendo con ello,
el pensar y percibir de forma diferente el lugar o espacio en el que se
desenvuelve. La comprensión del otro es posible con base al respeto y la
tolerancia, para canalizar la sana convivencia social. Sin esa diferencia la
vida sería monótona, aburrida y autómata. El crecimiento como persona estaría supeditado
a cumplir con el mandado encomendado por el que cree es el genuino ser
pensante.
Abrir
la posibilidad de aceptar distintas perspectivas permite desarrollar una visión
mucho más completa y amplia de la diversidad de temas que pueden ser
interesantes para mejorar la vida en sociedad. Ello requiere de amplitud, para
evitar la imposición de opiniones y acciones, sumando la descalificación de las
posturas que no agradan al paladar de alguien en particular, generando
confrontaciones que derivan en enemistades, marcadas por la inmadurez e
imprudencia.
Cada
ser humano tiene el derecho de expresar libremente sus ideas y opiniones,
siempre que admita la existencia del otro, y le acredite los mismos derechos. Cuando
se dialoga e intercambian opiniones se crea la base para el reconocimiento y el
surgimiento de la equidad. Los amigos de alguien, los escoge ese alguien, nunca
un ajeno. El que alguno de ellos elija un camino distinto, no tiene porque ser
señalado con epítetos venidos de la incomprensión y la mezquindad. Eso, tal vez,
permite entender que existe la diversidad, y que es propia del mundo en el que
se vive.
Desconocer
la inteligencia del ser humano, es apostar por la ignorancia, y cerrar el
debate que conlleva la dinámica social. Es obstruir la puerta al cambio de
paradigma. Es asumir la existencia de una sola verdad absoluta. Eso es pretender
que todas las personas deben pensar y actuar igual. Es negarse a escuchar al
otro para aprender, porque siente que ya lo sabe todo. Enriquecer la vida en comunidad
requiere de desprendimiento, apartando la vanidad y egocentrismo que carcome lo
bonito y noble de una persona.
Apostar
por el respeto y la tolerancia de las opiniones ajenas, es estar dispuesto a
aceptar sus propios errores, y sacudirse de encima los aduladores, para avanzar
en el entendimiento y la comprensión que inspiran los seres humanos. Es atender
y practicar la enmienda en el capítulo del compartir, la solidaridad e
integración. Partir desde la base de la imposición, con la pretensión del beneplácito
obligado, para aupar los caprichos del caudillo, es consumar la carrera en los brazos
del reconcomio y el rechazo infinito. Eso es ahogar la esperanza renovadora de
la sociedad, que busca nuevos rumbos para alcanzar el éxito. El cambio llega en
manos de los que realmente están dispuestos a cambiar.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
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jarturomolina@gmail.com