EL AGUIJÓN
AD 25 AÑOS DESPUÉS
POR: ARTURO MOLINA
El
largo recorrido que han tenido que transitar los militantes del partido con
fines políticos Acción Democrática (AD) para volver a tener un candidato propio
a la elección presidencial en suelo venezolano, ha estado cargado de desencuentros
por las murallas que impusieron quienes se transformaron en caudillos al asumir
la conducción de la organización, y pasaron por la guillotina a quienes se atrevían
a colocar sus nombres para que fuesen considerados por las bases del partido.
Incluso, después de que los asociados elegían al candidato que representaría la
organización, se profundizaba la cacería de brujas para defenestrarles como
dirigentes del partido, tanto al aspirante como a quienes le apoyaron. Así se
ha transitado un duro trance, que tiene desde 1998 el cierre de un antes y a
partir del año 2023 un nuevo ciclo.
La
candidatura impuesta por una cúpula de quien fue por muchos años el secretario
de organización nacional de AD, y posteriormente el secretario general nacional,
Luis Alfaro Ucero, fue el látigo que usaron contra una generación que se
mostraba con formación política, y académica. Ese momento marca la debacle de
la organización, el entreguismo y la mercantilización de la actividad
partidista, y de la cual aún se tienen partículas rondando la institución. La
negación del debate interno y la creciente marca de las tendencias internas
dejó un saldo negativo, que incluso direccionaron contra el presidente en
funciones Carlos Andrés Pérez. El partido político con arraigo popular por lo
que ha hecho a través de la historia en gestión de gobierno y de la lucha por
la libertad, era objeto para ser destruirlo por quienes no habían podido alcanzar
el éxito, y vivían del reconcomio que produce la miseria del pensamiento, y lo
lograron. La crisis de AD creció cuando esa misma cúpula obliga la renuncia del
candidato impuesto, para entregar el testigo a un factor político que se
encontraba a millones de kilómetros del sentir del noble pueblo venezolano. El
reclamo ya existía, porque no estaban siendo solventadas algunas cosas en el
país, pero la fuerza de la manipulación y la traición, marcaron el destino de
Venezuela, y desde entonces se han vivido los embates de un gobierno que
apuesta a la barbarie.
La
institución política que instauró la vía del voto para saldar las diferencias
políticas y permitir al país vivir en sana convivencia a través del sistema de
libertades, pasó a ser la organización promotora de la abstención, e incluso
hubo quienes defendieron esa propuesta como válida, cuando en realidad se le
estaba entregando en bandeja de plata la conducción de los destinos del país a
los actuales gobernantes. Hasta la judicialización del partido llegó el
entuerto, y las descalificaciones no se hicieron esperar.
25
años después de ese triste y prolongado episodio, la AD del juan bimba, el empresario,
estudiante, comerciante, buhonero, latonero, enfermero, médico docente,
abogado, el párroco, la ama de casa, en fin, la del pueblo, presenta un
candidato propio para la elección presidencial de 2024, sustentado en propuesta
programática. Ese ciudadano tiene por nombre Luis Eduardo Martínez, ingeniero
de profesión y con doctorado. Tiene oficio político y no escupe odio por sus
poros. Entiende que a las oposiciones hay que unirlas, y con lenguaje mesurado
acaricia la posibilidad de un mañana de reencuentro y de oportunidades para todos.
No es un mesías, es hombre de carne y hueso que tiene los pies sobre el césped.
AD va en serio, y con el espíritu de lucha que sembró Leonardo Ruiz Pineda, en
los próximos días van a conocer a fondo el perfil del candidato del partido del
pueblo.
Arturo Molina
@jarturomolina1
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jarturomolina@gmail.com