TIEMPOS DE CONFLICTO

 

EL AGUIJÓN

TIEMPOS DE CONFLICTO

POR: ARTURO MOLINA

Venezuela está sumergida en el conflicto permanente de sus ciudadanos para con los gobernantes. La precariedad se patentiza en los hogares. La desilusión brota de los labios de las personas, al tener que enfrentar la cruda realidad por la que se está pasando. El espejismo creado por el gobierno, sigue siendo la cotorra que se esfuma, al tener que enfrentar la madre, el padre, familiar o vecino, el llanto del niño que reclama su alimento porque el hambre le devora. Alcanza para un solo consumo diario, y llegó el momento de entregarlo. El salario en bolívares no da para más. Todo está dolarizado. Ni la promesa del pago del salario al valor del medio Petro, la cumplieron los revolucionarios del siglo XXI, era de esperarse, ese es su legado.

La mayoría de ellos debe actualizar la cédula de identidad, porque se venció la que tiene, y no cuentan con recurso para sacar la fotocopia que le solicitan de la vencida. También expiró la licencia de conducir, pero eso no les molesta, porque tienen el vehículo accidentado desde hace un par de años, y no lo han podido arreglar, porque las prioridades son otras. Revisan el pasaporte, y se dan cuenta que tiene tres años vencido, ya no lo pueden hacer por renovación, y obtenerlo nuevo, cuesta unos cuantos dólares, que tampoco se ganan en bolívares, y desechan esa posibilidad. Si deciden marcharse, les queda el camino de la trocha, y de la buena voluntad de otros gobiernos, que le permitan hacer la travesía con el que tienen vencido, sin sellarlo a la salida, porque el ilustre Consejo Legislativo (Táchira) aprobó de forma indebida (por ser competencia nacional) Ley que les intenta arrebatar el escaso dinero con el que pretenden viajar. Se queda bien con el gobierno, y se pisa al Juan Bimba.

El desvelo está presente en las familias, la mayoría desarticuladas por la diáspora, quienes, sumergidos en el llanto silencioso, ven pasar las horas de la noche, pensando en el mañana. El rugir de los jugos gástricos les estremece su cuerpo. Deben llenarse de valor y asumir el duro trajinar de la jornada laboral del día por venir, siempre rumiando que la situación va a mejorar. Cualquier anuncio de posibilidad de incremento salarial les realza nuevamente la expectación. La espera es larga, el aumento no llega, y la desesperanza vuelve a consumir su maltratado pensamiento. La enfermedad se hace presente, y la pesadilla crece.

Así transitan las 24 horas del día. Cumplen con dos jornadas laborales. Ven a sus hijos dormidos o llorando. La sonrisa en esos chiquillos no se visualiza. El drama crece, los discursos vacíos, manipuladores y ofensivos a la inteligencia humana, hacen su desfile, sin cesar, menos para asumir la responsabilidad, o parte, por lo que acontece. Son mesías que intentan venderse como ovejas ante el rebaño de la miseria, al que la mirada no llega, porque lo hacen con los ojos vendados. Son tiempos, en permanente conflicto.

ARTURO MOLINA

@jarturomolina1

www.jarturomolina.blogspot.com

jarturomolina@gmail.com

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