EL AGUIJÓN
¿AGRADECIMIENTO O SERVILISMO?
POR: ARTURO MOLINA
Los
precios de venta al público en Venezuela están expresados en dólares o pesos en
los establecimientos comerciales en cualquier rama. La gasolina tiene el mismo
rumbo, al igual que el gas doméstico, o cualquier servicio. La degradación del
bolívar llega a extremos con la devaluación inducida (necesitan dinero y le meten
la mano al bolsillo de las personas) por el gobierno nacional, al estimular el
incremento del precio del dólar (BCV anunció desde el viernes 09/12/22 que el
martes 13/12/22 el valor de 1 dólar era de 14.13bs ¿?) producto de política
económica direccionada hacia el empobrecimiento de los ciudadanos, para generar
dependencia gubernamental.
Se
acerca el año electoral y el gobierno pretende tener encerrados a los
venezolanos en su feudo. Incrementan en consecuencia el costo político a través
de la necesidad. Juegan al desespero de las personas, para salir a ofrecer
soluciones, no sin antes culpar a otros de la crisis socio-económica. Así van
avanzando e imponiendo sus condiciones. Salario mínimo en 130,00bs, con valor
del dólar oficial en 14.13bs, que le permite reducir el ingreso del trabajador
en 9.20$ mensuales, a la fecha 10/12/2022. 20 litros de gasolina equivalen a
10$= 141.30bs. Ni hablar de alimentos, medicamentos o prendas de vestir. La
dadiva les ha dado resultados y no van a dejar de plantear esa estrategia. La
maquina de empobrecimiento está activa.
La
persecución contra la empresa privada es la bandera del oficialismo para
generarles el desprestigio, llevarlos a la quiebra y apropiarse de sus
propiedades. Antes les pintan bombos y platillos, logran los acuerdos, y al
tenerlos en su plaza, comienzan a torear, y en fanfarria publicitaria hacen
alusión del “capitalismo salvaje y la explotación de los trabajadores”, pero
ante esa aberración “el gobierno sale en su defensa y frena la oligarquía
rancia que gravita en la patria de Bolívar”. Nada más alejado de la realidad
que esa bochornosa expresión raquítica en el intento de imponer la sumisión de
las personas al legado de la pobreza y la miseria que representan.
El
anuncio del control de precios genera intranquilidad. La escasez, especulación
y largas colas para adquirir productos de la dieta básica serán los actores de
la escena. Se comprará lo que permita el capricho gubernamental, y con lo que
alcance del paupérrimo ingreso familiar. El grito de desesperanza se escucha en
las comunidades, pero con el cuidado de no aturdir al depredador y generar su
disgusto. En ese esquema están los que susurran, “tengan cuidado”, para evitar
la denuncia, porque juegan a querer estar bien con Dios y con el Diablo, pretendiendo
hacerse pasar por ingenuos, pero ya están marcados. Lo que aturde del asunto,
es que los genuflexos entienden por agradecimiento, el servilismo.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
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