EL AGUIJÓN
RONDA LA DESESPERANZA
POR: ARTURO MOLINA
La
crisis venezolana es el componente de los desaciertos generados por la clase
gobernante, y por aquellos que en disidencia equivocaron su transitar, y
abonaron desde sus comodidades, el inflar de la desventura política, económica
y social por la que se atraviesa desde décadas. La nostalgia se devela en cada
acontecimiento o posibilidad de experimentar cambio en el quehacer de la
gerencia pública. Las partes que conforman la crisis se establecen en ausencia
de valores; estanflación; hiperinflación; reaparición de enfermedades
erradicadas; delincuencia; incremento de la mortalidad, corrupción, emigración,
entre otras.
Los
acomodos se han afianzado desde lo particular. El incremento de gastos gubernamentales
se hace para mantener burocracia estatizada a favor del partido de gobierno.
Las recurrentes denuncias del abuso sexual a menores de edad obtienen como
respuesta aumentar los años de castigo, sin plantear reflexión sobre el ¿por
qué? de esa situación, que reviste características de patología crónica en
algunos ciudadanos. No hay sentido de enmienda para asumir que la educación
está fallando; la familia está descompuesta; el modo y calidad de vida impuesto
con base a la miseria ha desgarrado la estructura de la sociedad, y la
permisividad e impunidad se adueñaron de las acciones humanas.
Presencia
de grupos armados en algunos Estados y Municipios del país ofreciendo la
seguridad a los habitantes que no les dan los órganos de las Fuerzas Armadas, a
cambio de aceptar sus condiciones, es la nueva forma de esclavitud a la que
deben obedecer las personas de esos lugares. El desfalco al erario público
pretende ser tapado con los incrementos en el pago de impuestos por la
prestación de servicios públicos de forma alarmante, al igual que lo hacen con
la devaluación del bolívar, y el desembolso de salarios irrisorios a los
funcionarios. Las empresas se ven agobiadas, y obligadas a cerrar, creciendo el
desempleo, abriendo camino a la informalidad, especulación e irrespeto a la
normativa legal, y a la autoridad.
El
revanchismo es la meta que mueve al que ostenta el poder, y el silencio es el
operario para evitar el reclamo. Con la bota, o sin ella, se pisa al ciudadano.
Entienden por agradecimiento el servilismo. Diálogo por sumisión. Se enredan en
lo administrativo, porque su florete lo dirigen hacia el corazón del contrario,
buscando eliminarlo, y al no lograrlo, se llenan de furia e irracionalidad.
Las
desviaciones, abusos e incoherencias de la élite del oficialismo, y oposición
G4, impulsan a los venezolanos a nadar en agua envuelta por el lodo, arrastrada
por la corriente sin cauce, hasta llenar de desesperanza a los ciudadanos, y
seguir con su confort actual.
Arturo Molina
@jarturomolina1
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jarturomolina@gmail.com