EL AGUIJÓN
AUTÓCRATAS y VENGATIVOS
POR: ARTURO MOLINA
Es
invariable el cuadro en el que se mueve el oficialismo de los revolucionarios
del siglo XXI. Los atropellos a los ciudadanos siguen siendo la vía expedita
que utilizan para amedrentar y ofuscar la tranquilidad. Sus objetivos los
definen por sectores, y aplican la dosis de desgracia a cuenta gotas. Lo hacen
con precisión quirúrgica, intentando que el bisturí no se desvié, para ello se
mantienen como hielo, al momento de insertar el contenido. La desdicha se
siente con impotencia en los grupos familiares, quienes reclaman en su círculo de
amistades, sin darse cuenta que el sufrimiento infligido es premeditado por los
burócratas gubernamentales.
El
odio como sustento de sus acciones entra con fuerza en cada etapa apocalíptica,
aplicada con cizaña y venganza para favorecer el exabrupto. Son facturas que
cobran los llamados miembros del foro de Sao Pablo. A unos por haberse
mantenido en disidencia ante la imposición del sistema de gobierno colectivista,
a otros, por haberlos “traicionado”. Así lo deducen sus orientadores, y generan
la orden de avasallar sin contemplaciones. Desde el exterior mueven los hilos a
lo interno del país, convirtiendo el régimen a sus propios colaboradores, en títeres
del puño extranjero. Entran en el camino de la desventura y se sienten
hacedores de obras extraordinarias. Les gusta hablar del libro rojo, aún no
sabiendo de que se trata.
Estudiantes,
productores, analistas políticos, económicos y sociales, han sentido la
rigurosidad de la opresión, a través del látigo del autócrata que hace suyo el
infierno para quemar a los demás. La lucha entre el bien y el mal la han
llevado al plano de la ideología. El hambre y la miseria salpica a todos por igual.
Los proyectos para mejorar la calidad de vida no existen, porque la vanidad y
la mentira se han apropiado de quienes dicen aspiran cambiar la situación
reinante. Si tener dinero es dañino para la salud, vivir de mengua es peor aún,
pero los arrogantes y aduladores de oficio apuestan a la siniestralidad porque ellos
encuentran en la arrogancia su forma de vida, apalancada en la envidia y
desamor hacia el género humano.
Lo
prehistórico de sus ideales lo concretaron los revolucionarios del siglo XXI,
con el infortunio sembrado a los pobladores de Venezuela. Destruyeron el
aparato productivo nacional, y para refrescar su accionar arremetieron contra
generadores de riqueza a través de slogan publicitarios, aplaudidos por quienes
creían era cierto lo que les decían sus camaradas oligarcas. Hicieron alusión de
Simón Bolívar indicando que su espada cabalgaba por América Latina. Bolívar pasaba
a ser el Libertador del ayer, ahora nacía el Libertador moderno. Intentaron
igualar los rostros, encontrar semejanzas del uno con el otro, para continuar con
la burla establecida, con base a la ignorancia.
La
historia no perdona, y a todos los señala para bien o mal en el mañana. La
desidia, impotencia y perdida de autoridad son los elementos que se afincan en
el ahora. Los revolucionarios siglo XXI han sembrado el terror durante largos
23 años en el ejercicio del poder. Se hicieron autócratas para sembrar el
terror y vivir a expensas de la venganza.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
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