EL AGUIJÓN
CARNAVALES
POR: ARTURO MOLINA

Todo
era alegría, preparación de viaje a la playa, rio, campo, visita a familiares.
El desánimo se combatía con el que te pasa, únete al grupo, ponle ambiente a tu
vida, y pum te lanzaban una bomba con agua. También había los perversos que hacían
cosas dañinas contra las personas, pero a esa minoría se les cuestionaba y se
dejaban por fuera de la celebración. Eso cambio, ahora la tristeza invade las
caras de los niños. Los juegos desaparecieron, ya ni el disfraz se puede
elaborar en casa. El hambre agobia, la enfermedad cobra su presa por falta de
medicamento. La distancia aflige y llena de nostalgia a los hogares y sus
comunidades.
El
carnaval 2019 en Venezuela requiere la presencia ciudadana en la calle para la
protesta. Es la angustia por conseguir alimento con salarios paupérrimos, el
gas doméstico, medicina. Reclamo al oficialismo inepto para que frenen los
cortes del fluido eléctrico por ausencia de mantenimiento en plantas; regreso
del internet. Fecha para reclamar en contra del aislamiento, cerco y violación
de derechos constitucionales. Lucha ferviente por abrir la cárcel en que el
régimen ha convertido el país. Reclamo activo para exigir ser respetados como
ciudadanos y no como la vacinilla de la poceta y el papel higiénico. Es fecha
para seguir demandando se permita la entrada de la ayuda humanitaria, cese de
la impunidad y asesinato de los hermanos Pemones.
Los
20 largos años que tiene el régimen al frente de la administración pública
nacional han servido para razonar a plenitud que no se puede entregar el poder
a personas de dudosa procedencia. A descubrir que aún con debilidades, el
sistema de libertades permite mejorar la calidad de vida en lo individual y
colectivo. Entender que la diferencia es necesaria y el debate es la vía para
la construcción de país con base a la propuesta. A creer en el potencial de
cada ciudadano, y luchar con fervor para restituir la democracia, y devolver a
los niños, adultos y ancianos, la felicidad y prosperidad arrebatada por el
tirano. La felicidad no la da un gobernante, pero la infelicidad permanente, sí.
Arturo Molina
@JARTUROMS1
www.jarturomolina.blogspot.com