EL AGUIJÓN
EL
DIÁLOGO COMO ANTÍDOTO AL OÍDO
POR: ARTURO MOLINA
Aspirar que las diferentes
ideas de los actores políticos se entrelacen en un intercambio respetuoso, es
apostar por caminos de paz para saldar discrepancias. Eso hace posible edificar
con firmeza el sistema democrático. La sociedad venezolana lleva años
transitando el camino de la polarización en el plano político, con resultados
electorales que desunen e inquietan. La velocidad en que se mueven los trenes
en pugna, deja sin asiento a muchos pasajeros deseosos de ser escuchados. Los
valores son desechados para fortalecer los antivalores, y a las buenas
costumbres se le da un giro de 180 grados para aupar las equivocaciones. Se
desecha la política como el vehículo de hacer de lo imposible, el arte de lo
posible, dando rienda suelta a la confrontación estéril, sustentada en la
vanidad, el ego y prepotencia.
El desencuentro e irrespeto
abre el camino para que se patentice la voz altisonante, la descalificación, la
amenaza y el abuso. La imposición de ideas es la vía hacia la parálisis y el
enfrentamiento. Esa incivilizada forma de dirimir las diferencias hay que
dejarla en el pasado para abrir la puerta a la conversación respetuosa como
alternativa para construir la escalera que conlleve al entendimiento, y eso es
hacer diálogo, lugar en el que se evidencia la empatía, a través de la
comprensión de las opiniones de los otros.
Las familias, comunidades,
sociedades, se edifican conversando, educando en la práctica saludable del
entendimiento, y en la construcción de espacios de encuentro y reencuentro que
faciliten mecanismos para solucionar los conflictos que se presenten. La
política está inmersa en esas acciones. Allí nada es indiferente. El compromiso
es compartido entre gobernantes y gobernados, alineados y no alineados. Lo
abstracto que pudiera ser la utopía, puede conseguir concreción a través del diálogo,
desecharlo es obra de iletrados.
El cuerpo humano tiene
necesidades biológicas que de no ser cumplidas generan diversas patologías. Los
acercamientos entre los diferentes factores políticos son tan naturales, como
ese cuerpo con sus exigencias. La alternativa para evitar la guerra, es la paz,
y esa última es posible mediante el diálogo, y ese a su vez radica sus
resultados en los acuerdos. Eso evidencia que la plática es tan necesaria en la
vida, como lo es el hecho de consumir alimentos. Hablar de la construcción de
sociedades justas, equitativas, felices, democráticas, sin cimentar los
espacios de entendimiento, es vociferar sandeces.
Los venezolanos necesitan
creer en las instituciones y en el respeto a sus competencias. Profundizar en
la herida abierta es endulzar el paladar a los amantes de la confrontación y el
odio, que sustentan sus acciones en el radicalismo absurdo. El futuro del país depende
de sus ciudadanos. El complejo mundo de gobernar y ser gobernado está suscrito
al respeto a la norma establecida, asumiendo el diálogo como un antídoto al
oído.
Arturo Molina
@jarturomolina1
www.trincheratachirense.blogspot.com
jarturomolina@gmail.com