EL AGUIJÓN
LLEGÓ EL DÍA
POR: ARTURO MOLINA
A escasas horas para que los venezolanos acudan
masivamente a expresar su opinión en las urnas electorales para escoger a su
presidente, diversos acontecimientos han marcado el cierre de la campaña
electoral. Desde expulsiones o negativa de ingreso al país de personalidades
que venían como veedores del proceso electoral, invitados por una de las
corrientes políticas en pugna, hasta reclamos que surgieron en menos del 1% en
la instalación de las mesas electorales, y que deben ser corregidos para el día
de la elección. Adicional a eso, hay quienes han convertido los
pronunciamientos de los gobernantes en una suerte de recreación irresponsable,
tal vez con malas intenciones, porque usan las redes sociales falsificando
páginas de medios digitales para hacer montajes burdos en nombre de algunos que
han mantenido el equilibrio institucional.
Nada de eso ha amilanado la disposición de las
personas de asistir a las urnas electorales. Ningún trapo rojo de los que han
lanzado una minoría que vive del conflicto ha sido embestido por los electores,
lo que habla muy bien de la actitud cívica y decidida que tienen por alcanzar la
participación en sana paz. El rechazo a la horda radical es un activo presente
en las personas que viven y actúan para el bien común. El candidato que salga
electo como presidente tiene la responsabilidad de dar tranquilidad al país, y amalgamar
la consolidación de un gobierno de amplitud para dar salida a la profunda crisis
socioeconómica que se padece. Reconocer los errores es fundamental para aplicar
los correctivos, y para ello debe existir voluntad política.
La responsabilidad del ente encargado de regir el
proceso electoral debe estar investida de la transparencia que requiere el momento
histórico por el que atraviesa el país. Vacilar no tiene cabida. Los ojos del
mundo están atentos a lo que ocurre en tierra venezolana. Los comandos de
campaña también tienen que girar recomendaciones a sus seguidores para que se
respete la normativa electoral. La parcialidad política es para con Venezuela,
no con persona o partido político en específico. La confianza del
pronunciamiento que hagan a la opinión pública y al mundo, va a depender de la
forma en que se desarrolle el proceso de elección. Ninguna excusa tiene validez
si se pisotea la Constitución de la República y la Ley electoral. Los derechos
son iguales para todos. En esa elección se están dirimiendo las diferencias políticas
entre adversarios ideológicos, no la guerra entre enemigos por la disputa de un
territorio. Quien salga electo debe contar con la confianza de todos para
gobernar con tranquilidad. Esa responsabilidad recae de forma directa en
quienes son las autoridades del Consejo Nacional Electoral.
La mesa está servida, y la democracia con todos sus
errores se erige una vez más como el sistema de gobierno que permite el
encuentro, aún con el desencuentro presente. Respeto a la voluntad de los
electores por encima de los caprichos. La mayoría a gobernar, y la minoría a
revisar que se cumpla con lo prometido. Legó el día.
ARTURO
MOLINA
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