EL AGUIJÓN
LOS
PÍRRICOS BONOS DE NICOLÁS MADURO
POR: ARTURO MOLINA
La pérdida del poder
adquisitivo con el salario que devienen los funcionarios de la administración
pública en suelo venezolano, es cruel. La descomposición del ingreso familiar
alcanza la estratosfera. La miseria es incalculable. El hambre y las
enfermedades que ella trae pululan por las calles en personas de distintas edades.
Los hospitales y ambulatorios existen con estructuras físicas deterioradas,
estantes desocupados y profesionales de la medicina abandonando el país. El
precio de los medicamentos es impagable. Lo seguro entonces es la oración
permanente, y lamentable decirlo, la llegada tal vez prematura de la muerte.
El covid19 se quedó pendejo
ante la magnitud de la catástrofe generada por los revolucionarios siglo XXI,
al frente de la administración del gobierno nacional. Planearon arrodillar a
los ciudadanos, y se les pasó el veneno. Hasta los delincuentes que protegieron
y armaron a sus anchas para sembrar el terror, se les están revelando. Los que
llevan del sonido del plomo son los funcionarios policiales que tienen que
enfrentar a ese hombre nuevo del régimen. El oficialismo saqueó las arcas del
erario público y no hay un solo responsable tras las rejas. Miles de millones
de dólares dilapidados, regalados, robados, y tienen la desfachatez de hablar
de guerra económica. Son truhanes que hacen uso del poder para potenciar la
impunidad, y van detrás de quienes denuncien las tropelías cometidas. Persiguen
a los adversarios políticos, les siembran la supuesta evidencia para privarlos
de libertad, violentando los derechos consagrados en las Leyes de la República.
La alarma encendida de los
funcionarios públicos pretende apagarla el régimen a través del reparto de
bonos. Es la forma que buscan para ganar tiempo, e intentar imponer las
ciudades comunales y el trueque. Esa es la vía expedita para desaparecer los
salarios y sus incidencias. La de la sociedad en general, la intentan tapar
culpando a otros de sus fechorías, y amenazan con intervenciones por encima de
la norma legal. Impulsaron en su momento la posibilidad de centralizar el pago
de todos los funcionarios de la administración pública, nacionales, regionales
y municipales, a través de la oficina nacional de presupuesto (ONAPRE), pero
sintieron el rechazo de Gobernadores y Alcaldes, incluso, con fuerza el de las
universidades a las que no les han podido quebrar su autonomía. Eso no implica
que el régimen desmaye en su objetivo.
Los educadores de las
gobernaciones han sido tratados como harapos, las humillaciones devienen a
granel. No se les ha permitido tener el beneficio del bono Simón Rodríguez,
ahora también se les niega el de alimentación y transporte. Rodilla en tierra
es parte del eslogan de los oficialistas, y pretenden alcanzarlo por la vía de
la exclusión. Nelson Mandela sufrió largos años de cárcel de manos de
opresores, y aún con el apartheid, y el asesinato de millones de sudafricanos,
alcanzo los cambios deseados para su país, y supo perdonar a sus detractores.
La historia se encarga de esos eventos que terminan quitando las caretas de
quienes gritan una cosa y pretendan suceda lo contrario.
El reclamo por los
beneficios de los venezolanos no puede cesar, pero hay que tener claro el norte
que persigue el oficialismo. Quedarse en casa para que otros decidan el futuro
del país, y los derechos de los ciudadanos, es la estrategia del gobierno
nacional que se pisa permanentemente. Cada quien pone las rodillas donde le
parezca. Así son los pírricos bonos de Nicolás Maduro.
Arturo Molina
@jarturoms1
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jarturomolina@gmail.com